La psicología cultural plantea que no existe un modelo único y universal que pueda imponerse en la crianza de los niños, sino que cada cultura debe producir su propio modelo, de acuerdo con el tipo de adulto que necesita formar.
Foto Rev. En que va el Biopacífico |
Los modelos de crianza de los niños deben ser acordes con su realidad social. No son los mismos parámetros a seguir cuando se habla de un niño gringo o europeo, de clase media o alta, y niños de comunidades marginales. |
Existe un interés a nivel mundial, por investigar acerca de los patrones de crianza de los niños y cómo influyen en su desarrollo. En Latinoamérica ya se habían realizado estudios acerca de este tema y fueron expuestos en una conferencia internacional en 1992, en la ciudad de Santafé de Bogotá, pero no se contaba con ninguna investigación efectuada en el país.
Con el auspicio del Ministerio de Educación, y a través de sus secretarías, se financiaron investigaciones en todo el territorio, para detectar las diferencias entre las prácticas de crianza de los niños rurales y urbanos, y ver de que manera inciden esas prácticas en la educación de los niños.
En el caso del Valle, donde fue más exitosa y completa la investigación, se escogieron dos comunidades de población negra pero con distinta relación con el sistema productivo y con tradiciones culturales diferentes.
Una de las comunidades es la del corregimiento El Tiple, en el sur del departamento, cuyos habitantes son descendientes de esclavos de haciendas y se ocupan en la producción de la caña de azúcar. La otra comunidad corresponde a la de un barrio de invasión de Buenaventura, llamado Cascajal, donde sus pobladores son descendientes de los esclavos mineros.
A través de la investigación se quiso detectar si los patrones de crianza de las dos comunidades eran iguales teniendo en cuenta que ambas están compuestas por habitantes de raza negra, con escasos recursos y descendientes de esclavos.
Entre las pastillas y el perejil
La investigación, dirigida por la psicóloga de la Universidad del Valle, María Cristina Tenorio arrojó resultados contrastantes, pese a las similitudes de las dos comunidades. Los patrones de crianza estaban fuertemente diferenciados.
En El Tiple, existe una concepción moderna de los hijos, pues estos son buscados, es decir, hacen parte del plan de vida de las parejas, las mujeres planifican y hay una perspectiva hacia el futuro.
Por el contrario en Cascajal, se maneja la idea tradicional de que los hijos "trae cada uno su pan bajo el brazo", hay una conciencia escasa sobre la planificación familiar y no existe ninguna prospección hacia el futuro.
“Esta comunidad está aún muy marcada por las creencias mágicas para explicar y dar solución a los problemas. Por ejemplo en vez de usar pastillas anticonceptivas, recurren a tomar bebidas de hierbas como el agua de perejil, entre otras. Si un niño no habla, no lo llevan al fonoaudiólogo sino que le dan de beber las últimas gotas de lluvia que recogen en una cuchara de mate o si está demorado para caminar, le echan yema de huevo en las rodillas o lo arrastran por el pasto”, explica María Cristina Tenorio.
Desarrollo social vs. desarrollo motriz
Armandito ya aprendió a saludar a sus mayores y sabe que no puede gritarle a su mamá, armar pataletas, ni decir mentiras, porque recibe el castigo correspondiente. Es uno de los niños de El Tiple, que ha recibido una educación basada en valores como el respeto, la honestidad, la autoridad de los padres y los mayores y la obediencia.
Ilustración de Economías de las comunidades rurales en el Pacífico Colombiano |
Los padres son los responsables de la crianza de sus hijos. En el caso de las comunidades afrocolombianas, investigadores encontraron diferencias en dos poblados a pesar de sus similares condiciones económicas. |
José no estudia y a sus padres eso no les preocupa porque esperan que él se marche a los Estados Unidos, tal como su hermano mayor, para que envíe dólares desde allá, pues en Buenaventura no hay buenas oportunidades de trabajo ni de ascenso social.
Este contraste entre las prácticas de crianza de estas dos comunidades no es simplemente cuestión del azar sino que obedece a las condiciones sociales, culturales y económicas de cada una de ellas. Por ejemplo, en Cascajal las mujeres no planifican y por ello “ tienen todos los hijos que Dios les mande”, de tal forma que nacen muy seguidos unos de otros y es necesario que los niños aprendan a cuidarse y resolver solos sus asuntos pues la madre se ocupa del recién nacido y de los más pequeños.
De acuerdo con esta necesidad, la comunidad de Cascajal orienta el desarrollo del niño hacia el aspecto motriz de tal forma que él sea autónomo en el manejo de su cuerpo y pueda andar solo, hacer mandados y cuidar a los hermanitos menores. Además le inculcan rudeza pues de otro modo no podría enfrentar la sociedad hostil y violenta de la que hace parte, donde los conflictos familiares y con los otros, se resuelven con gritos y puños.
En el Tiple, las ofertas de empleo son escasas, por ello es muy importante para sus habitantes, que los niños y los jóvenes se capaciten, esperando con ello, que tengan mayores y mejores oportunidades laborales en el futuro. Para ellos además, es muy importante el desarrollo social del niño, que aprenda a saludar, a despedirse, a reconocer cuales son sus mayores.
Cuando se imponen modelos ajenos.
“Uno de los errores de los psicólogos y pedagogos es tomar como modelo el niño de clase media y alta de las sociedades industrializadas, desarrolladas, urbanas, tomando de ellos unas medidas que tratan de poner sobre las demás poblaciones para luego decir falta esto, no tienen aquello, son rebeldes, sin tratar de ver a que realidades obedece esa crianza”, explica la psicóloga.
Foto de En que va el Biopacífico |
Todavía se maneja la idea de que los hijos "trae cada uno su pan bajo el brazo", no hay conciencia sobre la planificación familiar y se tejen ideas mágicas al respecto, como por ejemplo, untarle yema de huevo en las rodillas del niño para que camine rápido. |
Crear esos espacios de reflexión, es el propósito de la investigación y de la intervención que está haciendo actualmente, María Cristina Tenorio y su equipo de colaboradores, con la comunidad de El Tiple. Se espera de esta experiencia, recoger un modelo o un diseño de intervención que pueda ser llevado a otras comunidades para crear conciencia entre los padres, de la responsabilidad que tienen en la formación de sus hijos.
“Me impresiona el hecho de que se les coloque como una camisa de fuerza a las comunidades marginales o diferentes, la obligación de ser iguales a los niños gringos o europeos de clase media y que a todas las madres se les diga, sin importar si pertenecen a una comunidad negra o indígena o a la que sea, que para ser buenas madres tienen que someterse a un modelo único y universal y si se salen de allí, entonces son malas madres”, declara María Cristina Tenorio.
Debido a la influencia de los modelos externos de crianza, se presentan casos como los de una mujer que pone en su vientre una linterna y un radio, para estimular a su bebé porque la psicología moderna explica que es importante estimular al bebé, incluso desde que está en el vientre materno, ya que él oye voces a través del líquido amniótico y la pared uterina y ve algunas luminosidades.
Pero la idea es que se le puede hablar al bebé, para que él empiece a ser sujeto para sus padres, para que empiece a tener una existencia y no sea simplemente un abultamiento en el vientre. Sin embargo en el caso anterior, se pierde el sentido de la palabra para convertirse en una práctica mecánica que no tiene que ver nada con el sentido original de lo que es tejer una relación y convertir a ese niño en sujeto. Simplemente algunos padres tienen la visión de “ hacer cosas ”, pero no hay nadie que les indique, qué implica cada cosa que hacen, llegando simplemente a incorporar recetas de crianza, que muchas veces entran en contradicción con las recetas anteriores, creando confusión en el niño y en los mismos padres.
Por ello es vital, reflexionar acerca de lo particular de cada cultura, porque ha desarrollado ese tipo de patrones y precisarlos y establecerlos de acuerdo con las necesidades particulares de cada comunidad y sobre todo de acuerdo con la integridad física y moral de los niños.
Contacto : María Cristina Tenorio, Psicóloga y Docente de la Universidad del Valle con estudios de Maestría en Psicoanálisis. E-mail:cristeno@makarenko.univalle.edu.co
Para mayor información acerca del tema tratado en este artículo, escríbanos a aupec@mafalda.univalle.edu.co
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