¿ Y USTED A QUIÉN VA A MATAR ?

Alrededor de la muerte de Karla Tucker se ha presentando una candente polémica que invita a reflexionar acerca de muchos aspectos, incluidos los que tienen que ver con la ética de la información.


Foto de Periódico Occidente

La muerte por inyección letal es un proceso parecido al de la eutanasia, en el cual la persona no siente dolor alguno y tampoco es consciente de que está falleciendo.

Agencia AUPEC
¿Usted a quien piensa matar?, preguntó el científico toxicólogo Alfonso Matallana a la periodista que indagaba por el caso de Karla Tucker, ajusticiada en una cárcel de Estados Unidos, mediante una inyección letal.

De acuerdo con Matallana existe una ley ética y moral que impide a un médico toxicólogo suministrar a los medios de comunicación nombres de sustancias letales. Esta información debe ser restringida, porque en manos criminales sería muy peligrosa.

Según el profesor Matallana experto en el tema, lo correcto es que no se divulguen los nombres exactos, por lo que la información que ha salido en los medios de comunicación respecto a las tres inyecciones letales aplicadas a Karla Tucker, no es precisa ni exacta.

Para Matallana, quien posee gran prestigio en la comunidad científica en Colombia, es importante que esta ética se conserve, pues es vital que el conocimiento esté siempre en manos de quienes lo utilicen en bien de la humanidad.

El  caso de Karla


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Desde el mismo instante en que Karla Tucker recibió la primera inyección quedó desconectada de la realidad, luego sólo bastaron ocho minutos para que falleciera.

Muchos se preguntan hoy cómo fue la muerte de Karla Tucker y qué sintió en esos momentos. Pues bien,  Alfonso Matallana explica que la primera sustancia que se le aplicó fue un anestésico de la misma naturaleza del que se le aplica a las personas cuando van a ser operadas.

"Desde el mismo instante en recibió la primera inyección quedó desconectada de la realidad" porque cuando una persona se encuentra bajo el efecto de la anestesia no puede pensar ni soñar, asegura el científico Matallana.

El paso siguiente, en el caso del ajusticiamiento de Karla Tucker, fue inyectarle otra sustancia, "que podría llamarse curare", dice Matallana, para relajar completamente los músculos. Clínicamente este compuesto se emplea en las cirugías abdominales.

La idea de usar este segundo componente es hacer que el sujeto pierda toda la capacidad de respuesta pues con la primera droga que se le suministra, como es  un anestésico, simplemente lo duerme pero sus músculos quedan contraídos. Con la adición de esta segunda  droga, si el paciente llegase a despertar de la anestesia no podría moverse. La aplicación de estos dos compuestos se realiza en cuestión de segundos, es decir que se inyectan uno tras otro.

La tercera droga que se le aplicó a Tucker  se hizo con el fin de parar el corazón. Cuando el corazón se detiene se produce asfixia cerebral, en este momento podrían presentarse convulsiones pero como la persona está totalmente bloqueada por la segunda droga, no se da esa reacción.

En este instante el  paciente fallece, pues el corazón ya no bombea, queda totalmente paralizado. Según el médico Matallana, este es un proceso exacto al de la eutanasia, en el cual la persona no siente dolor alguno en ninguno de los tres pasos y tampoco es consciente de que está falleciendo.

Muy distinto al de la silla eléctrica y la ejecución por fusilamiento donde las personas convulsionan pues no existe asfixia cerebral. La muerte mediante inyección letal a través de este procedimiento es menos traumática que cualquier otra.

Contacto: Alfonso Matallana


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