Los extraordinarios avances de la ciencia y la tecnología en el campo de la salud han hecho renacer la ética, valorando la conveniencia de aplicar determinados procedimientos en el ser humano.
Foto de Discover |
La procreación humana en manos de la ciencia y no de la naturaleza, ha desencadenado grandes debates bioéticos y religiosos por las implicaciones que pueda tener en el futuro. |
AGENCIA AUPEC 3 de agosto de 1998.
Clonar en pleno siglo XX, los dinosaurios extintos hace 60 millones de años, fué posible en la película de ficción Jurasicc Park. La ciencia lo podía hacer y existía un magnate con dinero suficiente e intereses de por medio, dispuesto a patrocinar tal empresa. Las consecuencias fueron fatales.
Frankestein, es otro clásico de la ficción, en donde se pone de manifiesto que la manipulación y la experimentación con la vida humana, suponen riesgos que deben medirse antes de emprender cualquier procedimiento.
Lejos ya, de las creaciones imaginarias de los novelistas y guionistas, hoy en día los científicos y en especial los profesionales de la salud, se enfrentan a grandes dilemas pues en sus manos tienen la posibilidad de prolongar la vida, interrumpirla y hasta crearla.
La clonación, la reproducción artificial, el transplante de órganos, el aborto y la eutanasia son algunos de los procedimientos en los que la mano de los científicos dispone sobre la vida, lo que ha despertado el asombro y el temor de la sociedad en general por las implicaciones que puedan tener.
El misterio de la vida, que antes
se decidía exclusivamente por fuerzas desconocidas e imposibles
de dominar, hoy día se está convirtiendo en una elección
humana. De ahí la necesidad y la urgencia por delimitar el terreno
de lo que el hombre debe hacer en el campo de la ciencia pues algunos avances
en esta materia pueden ser benéficos pero otros pueden desencadenar
catástrofes para el ser humano y su entorno.
Foto de Cromos |
El profesional de la salud debe tener, además de sus conocimientos y la capacidad para aplicarlos, principios éticos para decidir que lo debe hacer y lo que no, aunque cuente con la capacidad técnica para ello. |
La ciencia, el mito actual.
Para muchos investigadores y médicos la sola posibilidad técnica de un procedimiento, es suficiente para decidir si se puede y se debe realizar, y quien se oponga a esas prácticas estaría retardando el progreso científico.
Rafael Torrado, profesor de filosofía
de la Universidad Javeriana y miembro del Centro Nacional de Bioética,
en Colombia, argumenta que el problema es que
hemos convertido a la ciencia y
a la tecnología en el mito de nuestros días, al otorgarles
carácter de progreso e infalibilidad, es decir, que son inequívocas
y seguras.
De esta manera, hay quienes no
ven en la ciencia un medio para aportar beneficios al hombre en términos
de salud, progreso y bienestar sino que al contrario, la convierten en
un fin, en su objetivo principal y al hombre en el medio para alcanzarlo.
" No es posible querer y pretender que el único criterio que debamos tener en cuenta a la hora de decidir si hacer una intervención o no, si nos vamos por un lado o por otro, si el tratamiento es este o aquel, sea el criterio científico. Muchos sostienen que si la ciencia lo puede hacer, se debe hacer, pero debemos preguntarnos si lo que la ciencia puede hacer, muchas veces no ha debido hacerse", enfatiza el profesor Torrado.
Para evitar que la búsqueda científica se centre en "el que", sacrificando "al quién", es decir anteponiendo los resultados puramente biológicos al impacto psicológico y social que pueda causar en el hombre y en la sociedad, existe la bioética o ética de la vida.
La bioética es el conjunto de conceptos, argumentos y normas que regulan las actividades humanas que eventualmente pueden tener efectos irreversibles sobre fenómenos vitales.
Los médicos que queremos.
Existen unos principios éticos para casi todas las profesiones y en general para todas las actividades humanas pero los periodistas, los políticos, los abogados, los médicos y otros profesionales de la salud, tienen condiciones privilegiadas para causar daño al hombre y a la sociedad, por el poder que poseen.
El poder de los profesionales de la salud, está dado en la capacidad que tienen para alterar el funcionamiento del organismo humano y prolongar o detener la vida.
La profesión médica se ha transformado a través de los años, pasando de un paternalismo médico, en el que el profesional decidía por el paciente, a una condición de respeto por el enfermo como sujeto capaz de decidir sobre su propia vida o si es el caso sobre su muerte.
Sin embargo la responsabilidad del profesional de la salud, sigue siendo enorme pues aunque el paciente sea quien decida el médico es quien le ofrece las alternativas, le explica los procedimientos y de esta manera asesora al enfermo en su determinación.
De allí la necesidad de que los profesionales de la salud tengan una formación más integral, que vaya más allá de lo puramente científico y tecnológico, para que sea capaz de valorar al hombre desde todas sus dimensiones; psicológica, social, emocional y por supuesto física y así poder tomar las decisiones más convenientes para sus pacientes.
Contacto: Rafael
Torrado, profesor de filosofía de la Universidad Javeriana y miembro
del Centro Nacional de Bioética. Dirección: Carrera 7 # 40-62
. Teléfono 091-2851768 Universidad Javeriana. Santa Fé de
Bogotá.
Para mayor información acerca del tema tratado en este artículo, escríbanos a aupec@mafalda.univalle.edu.co
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