Los científicos se preguntan en qué casos se puede aplicar la eutanasia.
Foto de CIAT en perspectiva |
En zonas apartadas es difícil conseguir tratamientos oportunos de salud. |
Este es el noveno hospital que Carmenza visita desde cuando llegó a la ciudad hace cuatro días, buscando un diagnóstico más alentador para su hijo, pues para los médicos no tiene ninguna posibilidad de mejorarse. El niño morirá inevitablemente.
El rostro de Carmenza refleja cansancio, sufrimiento, angustia y un temor difíciles de ocultar. Aunque se siente agotada no se da por vencida. Ella es una campesina negra del Pacífico colombiano, carga en brazos un pequeño de 5 años de edad: Luis Tarcisio, quien desde los 4 meses de nacido sufre de meningitis.
Como el transporte en la selva es difícil y el hospital estaba a varias horas de camino, Luis Tarcisio no pudo ser atendido a tiempo. Esto hizo que su problema se agravara, hubo destrucción del cerebro y taponamiento de los conductos de drenaje del líquido cefalorraquídeo. Su cabeza creció de forma descomunal y la escanografía sólo muestra el cerebelo y el tallo cerebral: no hay hemisferios cerebrales.
Aunque el pequeño no se va a morir con rapidez, no tendrá ninguna calidad de vida. "Esta situación se puede prolongar por varios años y médicamente no hay nada que ofrecerle, el niño no siente dolor pero es un vegetal con vida", afirma el médico Jaime Quevedo Caicedo, Especialista en Estudios Cerebrales de la Universidad del Valle.
Para el médico Quevedo, es necesario cuestionar e invitar a sus colegas a reflexionar frente al tema de la eutanasia. "Esto es muy importante ahora que ha sido aprobada la ley que permite tomar esta medida en Colombia, cuando en países como Estados Unidos se refuerzan las acciones en busca de aumentar la sobrevivencia" dice el médico Quevedo.
Luchan por derrotar la enfermedad
Quevedo también hace referencia a uno de los estudios más grandes que hasta hoy se llevan a cabo en Estados Unidos, respecto al tratamiento del paciente terminal.
Esta investigación se realiza actualmente en el Hospital Jhons Hopkins, en un programa denominado "Support", dirigido por el especialista Alfred Wu, con 9 mil pacientes afectados por alguna enfermedad terminal, de los cuales más del 60% es mayor de 80 años.
Las enfermedades de los pacientes en estudio son cáncer avanzado, insuficiencia cardíaca congestiva, coma, cirrosis y falla orgánica múltiple.
Aunque los estudios con estos enfermos aún no terminan, si se han obtenido ya resultados concretos, principalmente con respecto a la actitud de médicos, pacientes y familiares a la hora de afrontar una enfermedad terminal.
En primera instancia se pudo observar que los médicos han sido formados para derrotar la enfermedad antes que la enfermedad derrote el cuerpo, por lo que les es muy difícil aceptar que su paciente fallece.
Foto de Rev. Muy Interesante |
Para los enfermos terminales lo más importante es la compañía de sus seres queridos. |
También se comprobó que, en no pocas ocasiones, enfermos y familiares desean que el final llegue pronto. Además, durante el estudio se observó que a pesar de los múltiples esfuerzos de los médicos por hacer más llevadera la agonía del enfermo, fue inevitable que el 40% de los pacientes presentaran dolor durante sus últimos 3 días.
Hasta el último suspiro
Así mismo se encontró que el mayor temor de los pacientes a punto de fallecer, se relaciona con el dolor excesivo que pueden padecer y el abandono de sus seres queridos, principalmente cuando el final llega en hospitales y clínicas.
De la misma forma se preguntó a los familiares qué quiere decir para ellos un buen morir, a lo cual más del 60% contestó que significa "una cama limpia, toda la familia alrededor y poder estar a su lado hasta el último suspiro" . Esto rara vez se presenta cuando el paciente se encuentra en cuidados intensivos, de acuerdo con el investigador Quevedo.
Otra dificultad encontrada es que existen problemas de comunicación entre médicos, pacientes y familiares, pues los últimos se quejan constantemente de que no pueden comprender la "jerga" o terminología especializada de los galenos.
También se pudo observar que los pacientes que se deprimen sufren un 60% más de dolor, aunque se niegan a reconocerlo para, según ellos, no molestar. "En este sentido, los médicos en Estados Unidos están reacios a suministrar morfina, pues puede precipitar la muerte". afirma Quevedo.
Además, uno de los principales dilemas
que conlleva el uso de la eutanasia se presenta en el momento de decidir
si se aplica a un niño o si vale la
pena esperar, como en el caso de Tarcisio.
Hay dos cosas para reflexionar, tal como
dice Javier Gutiérrez Jaramillo, médico internista, cardiólogo,
de la Fundación Valle del Lili. "No soy partidario de la eutanasia,
pero sí, que en enfermedades terminales incurables, dejemos que
la muerte natural siga su curso, sin medidas que prolonguen agonías,
dolores y gastos y que se respeten hasta ultimo momento los cultos religiosos
y la compañía de familiares y amigos".
Quevedo por su parte expresa que los médicos están en mora de crear un espacio de reflexión al respecto y desarrollar programas para enfermos terminales, donde puedan morir en el ambiente propio del hogar. "Además debemos aprender que no estamos tratando el tumor del señor X, sino al señor X", expresa Quevedo Caicedo.
Fuente: Revista Colombia Médica.
Para mayor información acerca del tema tratado en este artículo, escríbanos a aupec@mafalda.univalle.edu.co
HOME PAGE |