Leishmaniosis y malaria

LA SOLUCIÓN PUEDE ESTAR EN EL CAMPO

Los diferentes inconvenientes médicos y económicos que presenta la lucha contra estas dos enfermedades, han llevado a los científicos a buscar alternativas terapeúticas en las plantas que hacen parte de nuestra rica biodiversidad.

Foto University of Iowa

Las lesiones individuales o múltiples de la leishmaniosis aparecen entre la 2 y 8 semana después de la picadura de la mosca, y atacan principalmente la cara, manos y piernas.

Adriana María Ochoa O.
AGENCIA AUPEC. 17-06-1998

Ramiro no sabía muy bien cómo sucedieron las cosas; lo único que recuerda es que salió, junto con unos amigos, a jugar en un terreno boscoso cerca a su resguardo y lo picó una mosca.

El muchacho no prestó mucha atención a esto, pues es algo muy frecuente en los resguardos indígenas. Sin embargo, días después, apareció una especie de úlcera en su cara.

Martín no tiene ninguna relación familiar ni de amistad con Ramiro, ni siquiera se conocen, pero tienen algo en común. Martín también fue picado por un mosquito cuando trabajaba en el campo, cerca a su finca.

Ahora Martín presenta fiebre, escalofrío y, a veces, convulsiones.

Ramiro y Martín hacen parte de los 12 millones y 2 mil 200 millones de personas que son infectadas, en el mundo, por la leishmaniosis y malaria, respectivamente, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, OMS.

El 95 % de la gente afectada por malaria o leishmaniasis son campesinos e indígenas, es decir personas que viven en regiones muy aisladas y que cuentan  con muy pocos recursos económicos para adquirir medicamentos que alivien su enfermedad.

Esta situación ha llevado a los investigadores a considerar a las  dos enfermedades como “huérfanas”, en el sentido de que su tratamiento sólo interesa a la  Organización Mundial de la Salud y los organismos de salud de los países donde son endémicas.  No demuestran el mismo interés las  multinacionales farmacéuticas.

Otro inconveniente que presenta la investigación científica para el tratamiento de la  malaria y la leishmaniosis es que las enfermedades presentan cada vez más resistencia frente a los medicamentos utilizados.

Así mismo, los dos medicamentos utilizados para tratar la leishmaniosis, tienen  una toxicidad bastante alta, pues son derivados de metales como el antimonio. Esto provoca una serie de efectos secundarios, especialmente a nivel del sistema nervioso, agravados por la malnutrición de las poblaciones expuestas.


Foto de Rev. Fitomédica

La naturaleza se convierte en una fuente inagotable de información para los investigadores que se enfrentan a la malaria y la leishmaniosis.

Por último,  sólo pueden aplicarse a través de inyecciones, lo que es muy incómodo pues los tratamientos que se siguen son muy largos.

Todos estos inconvenientes han llevado a los científicos a buscar alternativas terapéuticas en un banco de información que empieza a ser mirado con buenos ojos por la comunidad científica: las plantas. En este aspecto, Colombia cuenta con una biodiversidad cercana a las 45 mil  especies diferentes de plantas.

Desde Francia con interés

El  Instituto Francés de Investigación Científica, ORSTOM, es un organismo estatal que desarrolla proyectos conjuntos de ciencia y tecnología con Universidades de países en vía de desarrollo, especialmente los  tropicales.

Dentro de estos proyectos hay uno encaminado a  trabajar con enfermedades que tienen que ver con vectores.  Con esta misión llegó, en octubre de 1995, al Departamento de Química de la   Universidad del Valle, el investigador francés Bernard Weniger, profesor de farmacognosia de la Universidad de Estrasburgo, en Francia, y representante de la ORSTOM en Colombia, para participar en el Programa “Búsqueda de sustancias naturales activas como antiparasitarios específicos”.

La cuota colombiana en este Proyecto la conforma investigadores del Grupo de Investigaciones en Fitoquímica, de la Universidad del Valle, encabezado por el químico y profesor Raúl Aragón Dávalos, Magister en química Orgánica del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, México.

En otras palabras, el Programa emprendido trata de buscar alternativas terapéuticas en la lucha contra la malaria, la leishmaniosis y la Enfermedad de Chagas.

Estas enfermedades tienen en común que son producidas por parásitos que llegan al organismo del hombre a través de la picadura de determinados insectos.

El mismo programa se viene desarrollando en  Bolivia, con investigadores nacionales y del ORSTOM, en el  Instituto Boliviano de Biología quienes han conseguido resultados muy interesantes, especialmente para el caso de la leishmaniosis.

De acuerdo con el investigador Weniger, la idea era empezar un programa de este tipo en Colombia por ser uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo. Además tiene acceso a dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, y con una gran diversidad de pisos térmicos.


Foto de Rev. Orstom Actualités

Los frutos de "apaiñiki" son utilizados por los indígenas Chimanes, de Bolivia, en el tratamiento de la leishmaniosis cutánea.

Así mismo, la zona del Chocó geográfico es de alto endemismo, es decir que posee un inventario de plantas que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Esto se debe principalmente a que la región está aislada de otras zonas geográficas por la Cordillera Occidental.

Una acertada selección

Según el investigador Weniger, la selección de plantas para este estudio se hace teniendo en cuenta dos criterios: el etnofarmacológico y el quimiotaxonómico.

El etnofarmacológico precisa qué plantas son utilizadas por los habitantes del lugar para el tratamiento de la malaria y la leishmaniosis. Por su parte, el criterio quimiotaxonómico se basa en la literatura científica que identifica familias de plantas con posibilidades de tener principios activos contra estas enfermedades, los cuales  ya se han aislado y utilizados en anteriores tratamientos.

“El siguiente paso es el análisis fitoquímico o de laboratorio,  en el que se obtienen  extractos del material vegetal. Estas sustancias son sometidas luego a ensayos biológicos para comprobar si hay actividad biológica contra la malaria o la leishmaniosis o la enfermedad de Chagas”, dice el investigador Aragón Dávalos.

Por el momento, estos ensayos se realizan en el laboratorio del Instituto Boliviano de Biología, pues esta entidad cuenta con una experiencia de 10 años en este campo y todo el equipo técnico que se necesita para estos estudios.

En caso de tener resultados promisorios, con base en esta información, los investigadores de la Universidad del Valle pasarán a  purificar los compuestos y  aislar las sustancias responsables de la actividad biológica, en los laboratorios de química de la Institución.

De cien plantas analizadas se han obtenido resultados muy satisfactorios con cinco, principalmente para la leishmaniosis. “Aunque a simple vista un resultado del 5% parece desalentador, para nosotros no lo es; si nuestra selección previa  hubiera sido al azar, el resultado sería de una planta  entre mil. Esto quiere decir que nuestros criterios de selección son acertados”, afirma el investigador Bernard Weniger.

Todos estos estudios confirman la idea de que la salud del mundo se encuentra, en gran medida,  en manos de la biodiversidad y que Colombia está llamada a jugar un papel muy importante en este sentido.

Contactos:
Investigadores Rául Aragón Dávalos. Email: raularan@quimica.univalle.edu.co
Bernard Weniger. Email: weniger@calipso.com.co y weninger@quimica.univalle.du.co
Departamento de química. Universidad del Valle


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Para mayor información acerca del tema tratado en este artículo, escríbanos a aupec@mafalda.univalle.edu.co
 
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