NO TODO LO QUE BRILLA...

Esta Corporación concluyó el pre-diagnóstico minero-ambiental en el distrito aurífero del puerto de Buenaventura, en la Costa Pacífica, y su zona de influencia, el cual abarca las cuencas bajas de los ríos mencionados.

En general, según el documento, la costa pacífica colombiana ha sido fuente de recursos naturales renovables y no renovables, con gran potencial de reservas minero-auríferas, los cuales han sido explotados con tecnologías rústicas afectando negativamente al medio ambiente.

Según el Ingeniero Forestal Efrén Salcedo, Director de la Regional Centro de la CVC, la explotación de oro aluvial carece de planeación minera y adecuada tecnología, "lo que ha ocasionado un deterioro ambiental progresivo", manifestado principalmente en el deterioro de los recursos agua, suelos y bosque, la pérdida de biodiversidad y la disminución de la calidad de vida de los habitantes localizados en el área de influencia de las explotaciones.

Con respecto al río Anchicayá, el estudio determinó que es el más afectado por la explotaciones mineras, por lo que se hace necesaria la recuperación de áreas forestales fuertemente intervenidas, por la extracción de los recursos naturales, a través de la siembra de especias nativas y para tratar de mantener la biodiversidad propia de la zona.

En las zonas de este afluente, en donde se realizó la explotación mecanizada del oro de aluvión empleando retroexcavadora, se han presentado efectos ambientales adversos de gran magnitud sobre la flora, la fauna, los suelos forestales y el paisaje.

El estudio determinó que cualquiera que sea el sistema utilizado para la explotación del aluvión, el recurso hídrico se ve afectado por la descarga de guijarros, arenas, gravas, arcillas, limos y material orgánico que caen a los ríos y quebradas aledañas y que en ningún caso se hace tratamiento a las aguas después de ser utilizadas en el proceso de lavado del mineral aluvial.

A los largo del río Raposo y las quebradas Cacolí y Juan López, existen grandes áreas de terrazas y zonas montañosas donde se observan exhuberantes ecosistemas naturales de fauna, que ha sido desplazada hacia la parte montañosa en busca de nuevos hábitats. La flora también ha sufrido el deterioro, sobre todo donde se utilizó maquinaria pesada.

Al hacer referencia al río Calima, el prediagnóstico señala que este afluente y las quebradas la Brea, Escalera, El Guineo, La Sierpe, La Sierpecita y La Mina, han sufrido procesos de daños, similares a los anteriores.

El documento explica que debido a las dificultades de acceso por el encañonamiento del río Dagua y a las escasas reservas existentes de oro aluvial, éste se ha mantenido prácticamente al margen de la actividad extractiva del mineral. Por tal razón, la actividad minera no ha generado ningún tipo de impacto sobre la flora y la fauna.

Frente a la anterior situación, La Corporación impulsará la recuperación de las áreas afectadas por la explotación aurífera a través de programas de reforestación cercana a los sitios de utilización, teniendo la posibilidad de utilizar las entresacas de la madera para uso por tiempo corto, reemplazando en esta forma el consumo de madera proveniente de los bosques naturales y que actualmente es el mayor consumo en las minas.

De esta forma, en unos diez años, en algunas regiones se podría eliminar totalmente la presión sobre el bosque nativo. Adicionalmente las plantaciones suplirán el mercado de la madera estructural para construcción, que actualmente se surte de especies amenazadas o vedadas como el Chaquiro, el Chanul y el Mangle.