La desnutrición, el inadecuado uso de la tierra, enfermedades infecciosas, y la falta de un tratamiento médico adecuado y oportuno son las principales causas de que los niños indígenas colombianos mueran antes de cumplir los 6 años.
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La principal causa de mortalidad infantil es la desnutrición, lo que hace a los niños mucho más vulnerables a cualquier tipo de enfermedad. Los miembros de estas comunidades tienen pocas defensas en sus organismos para combatir la tuberculosis, sarampión, viruela, tosferina y enfermedades infecciosas y parasitarias.
Además, los chamanes, médicos en su población, no tienen la sabiduría necesaria para tratar las nuevas enfermedades, de origen "blanco".
La antropóloga Elizabeth Tabares, Ph.D en antropología física de la Universidad de Montreal, en Canadá, estudia, desde hace 10 años, estas tres comunidades, con miras a evaluar, inicialmente en 141 variables, las principales razones del alto nivel de mortalidad.
De acuerdo con la investigadora, el chaman posee una sabiduría basada en el conocimiento profundo de su medio, sus relaciones, recursos y aplicabilidad. Estos sistemas de medicina tradicional son diferentes al occidental, pero muy complejos y sistemáticos, mostrando un gran nivel de efectividad en la curación de enfermedades propias de su medio.
Para el chaman es relativamente fácil curar las enfermedades que no son foráneas como el "mal de ojo" y todos los síndromes culturales como problemas de salud muy locales. Sin embargo, la tuberculosis, la tosferina y ciertas diarreas son ajenas a su cultura y en muchas ocasiones los indígenas no acuden a tiempo donde el médico, por lo cual pueden morir sin ningún tratamiento.
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La tierra en la que habitan estas comunidades es fértil durante períodos de dos a tres años, posteriormente deben dejarse por largas temporadas para que produzcan nuevamente. Pero la titulación de parcelas individuales de tamaño muy reducido, por parte del Estado, los ha perjudicado debido a que impide que puedan cultivar la tierra de la parte superior de la montaña, mientras que la de abajo descansa.
Los niños trabajan la tierra desde muy jóvenes, con la idea de que la tierra debe ser respetada y cuidada. Por este motivo la dejan descansar cuando es necesario, aún cuando esto les afecte la salud y deban pasar intensas épocas de hambruna.
Con respecto a esto, los Paeces, por ejemplo, tienen la creencia de que cada ser humano es como un árbol cuya raíz está atada a la tierra. En este sentido la tierra es una madre que todo lo proporciona y por eso nunca debe ser dañada.
Por otra parte, la alimentación occidental ha llegado hasta las comunidades y es frecuente que alimenten a sus hijos con confites y otras golosinas, pues les da energía y son más baratos. También recurren al guarapo o bebida de jugo de caña de azúcar fermentada, lo cual proporciona calorías al niño pero a su vez lo convierte en un alcohólico potencial.
Otro problema que afecta a los niños indígenas es el exagerado consumo de caña, con lo cual se deterioran visiblemente los dientes, lo que les hace padecer dolores frecuentes y muy fuertes. El rápido desgaste dentario ocasiona que los niños no puedan masticar bien los alimentos, lo que acelera el grado de desnutrición.
Esta técnica consiste en tomar unas muestras fotográficas con macrolentilla en los dientes incisivos y molares de los pequeños, pues allí aparecen registradas las huellas que cada tipo de patología va dejando, así como los grados de estrés nutricional que ha sufrido el niño.
La investigación logró identificar que las mujeres también se ven muy afectadas en cuestión de salud, debido a que tienen muchos hijos. La alta tasa de maternidad ocasiona que estos grupos tengan una mortalidad femenina muy elevada en mujeres de edad reproductiva y que la muerte se produzca antes de los 40 años, ocasionada indirectamente por la desnutrición y por enfermedades degenerativas.
Otro tipo de problema frecuente de salud, en particular entre los Awa Kwaiker de Nariño, es que en la selva donde viven es muy común la picadura de culebras venenosas, para cuya picadura no existe ningún antídoto disponible en los hospitales cercanos.
Cuando estos reptiles pican a un individuo, el curandero tiene listo el antídoto; la técnica consiste en analizar detenidamente el estado del paciente, sus síntomas, identificar ,por el tipo de mordedura, de qué serpiente se trata , analizar la cantidad de veneno en el torrente sanguíneo y encontrar la planta apropiada para su curación, si el antídoto general no funciona.
El principio organizador de esta técnica es la semejanza, lo que significa que la planta que cura esa mordedura específica se asemeja a la serpiente que mordió; pero no todas las plantas que se parecen a una serpiente curan la mordedura.
Según los Awa, sólo el curandero sabe cuál de esa infinita variedad de plantas de la selva es la apropiada para cada problema, no hay nada al azar, sino el fruto de un conocimiento profundo trasmitido por miles de años y aprendido por una tradición oral a través de generaciones.
Los canales de comunicación y estudio son muy eficientes entre chamanes de distintas comunidades, no es raro, que en la amazonía circule información entre Perú, Colombia y Ecuador.
En cuestiones de salud cada comunidad tiene sus propios problemas pues los climas y las costumbres alimenticias varían; a través de la investigación de la antropóloga Tabares se determinó que, además, los Paeces sufren en general de cólera y enfermedades cardiovasculares.
Así mismo los Emberá tienen una alta mortalidad por problemas de parto y aborto provocado. Los Awa Kwaiker padecen de desnutrición a mayor escala que las otras dos comunidades, lo cual los convierte en seres mucho más vulnerables a todo tipo de enfermedades.
Contacto: Investigadora Elizabeth Tabares. Universidad del Cauca. Teléfono 928-233661. Popayán, Colombia.
Para mayor información acerca del tema tratado en este artículo, escríbanos a aupec@mafalda.univalle.edu.co