EN COLOMBIA, UN TOMATE DE ALTURA

Un investigador colombiano produce la primera cosecha de tomate libre de insecticida químico y a una altitud fuera de lo normal: 1800 metros sobre el nivel del mar. Todo con base en la aplicación de insecticida biológico, siembra sobre desechos de la caña de azúcar y un cultivo por un invernadero.


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¡¡Tomates!!

Tradicionalmente, la producción de plantas jóvenes de tomate se ha realizado en semilleros construidos en el suelo, en donde permanecen de 18 a 20 días. Al momento del transplante, las plantas son arrancadas del semillero, lo que ocasiona pérdidas y lesiones de raíces.

A través de la cátedra de Agronomía de la Producción Hortícola, de la Universidad Nacional de Colombia, sede Palmira, se han propuesto nuevas alternativas de producción de plántulas mediante la utilización de vasos plásticos desechados de 320 centímetros cúbicos y un sustrato compuesto de 75 por ciento de cachaza descompuesta y un 25 por ciento de carbonilla. Esta técnica se denomina Modelo V.S.P (Vaso-Sustrato-Planta)

Según los investigadores que coordinan este proyecto, la implementación y mejoramiento del Modelo V.S.P ha permitido optimizar la producción de las plántulas y mejorar la producción de frutos.

La cachaza resulta de la mezcla de los lodos de la caña lavada, de pequeñas partículas de fibra (bagacillo) y de sustancias químicas, como fósforo y calcio, que purifican y enriquecen la cachaza.

La carbonilla o ceniza es una partícula de carbón mineral quemado, utilizado como fuente de calor para hervir los jugos de la caña y está pleno de bagacillo quemado y sin quemar, que le mejoran su calidad  en materia orgánica.

La cachaza húmeda, cuando sale de los filtros se recoge en volquetas y se apila en sitios limpios y aislados para que se composte.

“El proceso del compostaje es una especie de fermentación producida por pequeños organismos aeróbicos que llegan a las pilas: inicialmente aumenta la temperatura, luego baja y se estabiliza, lográndose la maduración”, afirma el investigador Serapio Bruzón Cotes, quien viene desarrollando esta técnica desde hace dos años.

En cada vaso con sustrato se siembra una semilla híbrida e importada de tomate, de donde saldrá una planta para conformar el Modelo V.S.P

El experimento se realiza cerca al municipio municipio de Palmira, departamento del Valle del Cauca, a 500 kilómetros al suroccidente de Santa Fe de Bogotá, a una altura de 1800 metros sobre el nivel del mar y en un invernadero construido en 1000 metros cuadrados.

Para el investigador Bruzón ha sido decisivo el aporte a la investigación la siembra de tomate en este invernadero, pues es una hortaliza que se produce casi que exclusivamente a 1000 metros sobre el nivel del mar. El invernadero permite mejorar la calidad de luz, temperatura y humedad.

“Para el agricultor, este sistema de producción de tomates mejora las ganancias y la productividad con respecto a los sistemas tradicionales de cultivo y para los consumidores en salud, pues van a consumir una hortaliza libre de agrotóxicos que tanto afectan la salud”, añade el ingeniero.

De acuerdo con el investigador, para la producción del tomate tipo Milano, se erradica la práctica tradicional de aplicarle insecticida químico para el control de plagas como la Mosca Blanca, las larvas lepidópteras y los coleópteros o cucarrones, los mayores enemigos de éste cultivo, para pasar a aplicar como insecticida biológico a tres hongos producidos en el laboratorio por el agrónomo colombiano Orlando Mora, de nombre Berticilium, Borena y metarricium, pertenecientes a la familia de los entomapatógenos Beauveriana Baciana.

Contacto: Investigador Serapio Bruzón Cotes. Teléfono: 92-2717000. Universidad Nacional, sede Palmira.


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