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La sexualidad en la especie humana, además de ser una fuente de placer, tiene un soporte neuro-hormonal y secuelas del comportamiento animal. |
AGENCIA AUPEC noviembre de 1998
Jimmy se encuentra en una reunión de la empresa, son casi las 12 de la noche y se dispone a partir después de saborear el ultimo trago. De repente su atención es atraída por una larga cabellera castaña y unos ojos de mirada profunda. Algo muy banal, pero Jimmy siente que la joven tiene algo especial.
Él se siente irresistiblemente
atraído y está lejos de pensar que ese flechazo obedece
a la fuerza inconsciente de revivir las emociones marcantes de su infancia
o impresiones tempranas. Los largos cabellos, le recuerdan los de su madre
y los ojos, los de una jovencita de quien estuvo enamorado.
Las impresiones tempranas son bien
conocidas por los etólogos, especialistas en el comportamiento,
quienes las han puesto en evidencia en numerosos animales,” por ejemplo,
los polluelos que adoptan por madre el primer objeto móvil que encuentren”,
explican Antonio Fichetti y Patrick Jean- Batiste, neurobiólogos
del Centro Neurobiológico de la Universidad d´Axel Perignon,
Francia.
.
Ciertos trazos físicos son
reconocidos por el cerebro de manera privilegiada e inconscientemente percibidos
como “llamados sexuales”, es el caso de la dilatación de las pupilas
al percibir algo agradable, transformando más amable la expresión
del rostro.La experiencia en el laboratorio muestra que entre
dos rostros, el hombre prefiere el que tiene las pupilas artificialmente
dilatadas.
El zoólogo Desmon Morris explica en su libro el Simio Desnudo, que los labios acentuados de rojo por el maquillaje tienen una representación erótica que evoca inconscientemente los labios vaginales. Mientras que unos senos hábilmente resaltados por el sostén hacen referencia a las nalgas, símbolo que invita al acoplamiento a los simios.
Primer contacto
Ana también se ha fijado
en Jimmy. Como muchas mujeres, ella es más bien sensible a los signos
externos de fuerza física como el ancho de los hombros. Por conveniencia
se impide mostrar mucho interés, retirando entonces la mirada.
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Los chimpancés y los seres humanos son las únicas especies que copulan de frente, (posición del misionero). Lo que diferencia al ser humano es la facultad para adoptar diversas posiciones durante el acto sexual. |
Jimmy se acerca discretamente y la saluda, a medida que la conversación se entabla ellos van intercambiando puntos de interés, lo que se compara con la parada nupcial de los animales para atraer la atención de las hembras: exhiben sus colores, ejecutan una coreografía física o enfrentan la competencia del mismo sexo. En el ser humano, la danza por ejemplo, es un pretexto de intimidad integrado en un contexto social.
La pareja se aleja discretamente del resto de personas. Jimmy se acerca delicadamente a Ana. Sin entender las razones, ellos se sienten atraídos el uno por el otro. Esta atracción recíproca es debido en parte a la acción de las feromonas, sustancias químicas volátiles e inodoras que actúan a algunos metros de distancia. Ellas se difunden en pequeñas cantidades mezcladas en el sudor de las manos y las axilas. Se cree que el androstenol es una de ellas.
Experimentos han demostrado cómo reaccionan los humanos a estas sustancias: en un cuarto con varios asientos se vaporizó una pequeña cantidad de “exaltolide”, equivalente industrial del androstenol, en uno de los asientos, posteriormente todas la mujeres que entraron en el cuarto eligieron el asiento vaporizado, mientras que los hombres lo rechazaron.
Hormonas en acción
Al partir del lugar Jimmy acompaña a Ana a su casa, los dos alargan el momento de la despedida, el joven siente un fuerte deseo de acariciar la cabellera de la joven y besarla en los labios.
El ritmo cardiaco de los jóvenes se acelera, las glándulas sudoríparas funcionan a plenitud, esto es el efecto de ciertos núcleos del hipotálamo, el cual a sido activado por la dopamina y secreta entonces luliberina o GNRH.
Así como la dopamina está ligada al deseo en general, como comer y beber, se cree que la luliberina transforma ese mismo deseo en impulso sexual, lo que facilita más liberación de dopamina; el ciclo continúa entonces hasta que la tensión acumulada es liberada por el orgasmo.
En cuanto al bienestar que sigue al orgasmo es producido por la secreción en el cerebro de endorfinas, que contribuyen a la sensación de relajamiento. Entre los hombres, la tendencia será de adormecerse, aunque ninguna observación científica ha logrado hasta el momento explicar esto completamente. En la mujer esa sensación de bienestar puede ser mas duradera.
La sexualidad en la especie humana más que una conducta, una pasión o una fuente de placer, tiene un soporte neuro-hormonal y secuelas del comportamiento animal, declaran los investigadores.
Contacto: Centro Neurobiológico Université d´Axel Perignon, Francia. Antonio Fichetti y Patrick Jean- Batiste neurobiologico@universite.perignon.fr
Para mayor información acerca del tema tratado en este artículo, escríbanos a aupec@mafalda.univalle.edu.co
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