LA TIERRA REVELA SUS SECRETOS

Cráneo de un representante de Malagana. De acuerdo con los científicos los cuarzos encontrados en el interior de su boca indican que este personaje fue un chamán.

Don Pedro Tabares montaba en su caballo durante una jornada de trabajo cuando de pronto notó un reflejo brillante proveniente del suelo. Guiado por su curiosidad bajó del animal y vio lo que él consideraba un regalo de Dios pero que resultó ser más bien un obsequio de sus antepasados indígenas: variadas y hermosas piezas de oro medio ocultas por la tierra.

Guardó lo que más pudo en su vieja mochila de cabuya y lo llevó a su casa, no pudiendo ocultar ante sus vecinos el espectacular hallazgo.

Después de eso no se volvió a saber nada de don Pedro en el pueblo. Unos dicen que se fue para disfrutar su riqueza y otros afirman que los espíritus de los indígenas se lo llevaron por haber violado su terreno.  Varias personas del lugar quisieron probar suerte y fueron al sitio donde suponían existirían más riquezas. Y efectivamente las encontraron. Empezó así un saqueo indiscriminado de valiosos objetos.

Cuando a los arqueólogos de la región les llegó esta noticia , apresurados se dirigieron al lugar con el ánimo de encontrar aunque sea alguna cerámica o  algo que les permitiera reconstruir el pasado de la cultura indígena dueña de ese tesoro.

Después de ubicar el sitio, el grupo de investigadores programó una excavación aproximadamente de mil metros cuadrados alrededor con el fin de hallar otros indicios que confirmaran la presencia de algún antiguo asentamiento.

De esta manera se inició el Proyecto Arqueológico Malagana, en 1994, haciendo alusión al lugar donde aparecieron los restos, en el Corregimiento del Bolo, perteneciente al Municipio de Palmira,  Departamento del Valle del Cauca, Colombia.

Este trabajo de investigación estuvo a cargo del Museo Arqueológico de la Universidad del Valle, El Instituto Colombiano de Arqueología, ICAN, y el Instituto Vallecaucano de Investigaciones Científicas, INCIVA. El grupo lo conformaron arqueólogos, antropólogos , edafólogos (especialistas en suelos) y palinólogos (estudiosos del polen).
 

Picas y palas

Los investigadores realizaron excavaciones durante dos temporadas, al final de 1994 y principios de 1995. Después de tres años de análisis de las muestras que recogieron correspondientes principalmente a piezas cerámicas, pues los objetos de oro fueron preferidos en el saqueo, existe una idea de la cultura que habitó el lugar.

Restos líticos, huesos de animales y hombres, polen fósil y otros materiales, sirvieron también en la tarea de reconstruir el pasado.

Foto de Directorio Telefónico 96/97

Nariguera que representa la figura de un felino al asecho, utilizada por los personajes mas importantes de la comunidad en ceremonias y reuniones de tipo religioso y político. Una de las piezas que simboliza la Cultura Malagana.

Lo más importante de este descubrimiento, de acuerdo con las consideraciones de los arqueólogos, es establecer la secuencia del desarrollo histórico cultural en la región del Valle del Cauca, en los últimos  dos mil años antes de que llegaran los españoles.

"La primera cultura que existió fue Ilama, seguida por la ubicada en el sector de Malagana y la última corresponde a la Cultura Bolo-Quebradaseca, con la que se encontraron los conquistadores españoles", explica el arqueólogo Carlos Armando Rodriguez, director del Museo Arqueológico de la Universidad del Valle y codirector del Proyecto.

No se sabe todavía si el asentamiento de Malagana es una cultura nueva pues algunos investigadores suponen que tiene relación con la cultura Yotoco y podría considerarse entonces como una variante regional de esa cultura.
 

El hombre de esa época

El hallazgo de doce entierros prehispánicos permitieron a los investigadores establecer sexo, edad, dieta y hasta enfermedades sufridas por los antiguos pobladores.

En cuanto a la dieta, los científicos demostraron el consumo de proteína vegetal y animal. Se ha identificado, por ejemplo, restos de pequeños mamíferos como curíes, conejos y hasta perros. En ese entonces, el perro se domesticaba para consumo.

"Encontramos alta incidencia de caries producidas por los azúcares de los carbohidratos, lo que indica la importancia de productos como el maíz en su dieta", explica el arqueólogo Carlos Armando Rodriguez. La dentadura demuestra igualmente un desgaste producido por la mascadura de la coca. La presencia de otras enfermedades como artritis también se comprobó en estas poblaciones.

Con el polen fósil que se encontró los investigadores pudieron reconstruir el medio ambiente prehispánico.  Actualmente existe una colección de especies vegetales utilizadas hace más de dos mil años por los representantes de las culturas indígenas. Entre estas plantas se destacan principalmente las palmas empleadas con diferentes usos.  Su tallo servía en la construcción de las viviendas, sus hojas para techarlas y sus frutos como alimento.
 

Lupa y microscopio

Con el material cerámico los investigadores realizaron estudios de pasta, composición y técnica de manufactura.

Un primer paso fue fragmentar las piezas en secciones delgadas para hacer análisis microscópicos y establecer de esta manera, lo que se le añadió a la arcilla para que no se rompiera en la cocción.

Igualmente en este trabajo fue muy importante definir el color de la pasta, con ayuda de una tabla que manejan los arqueólogos de todo el mundo, pues de esta forma se sabe a que temperatura se coció la cerámica y si utilizaron horno o no.

Otro aspecto que se tuvo en cuenta fue la reconstrucción de las formas pues el material por lo general está quebrado y disperso.  "La cultura se expresa a través de los diseños y dibujando las piezas podemos saber a que elemento correspondían", explica el arqueólogo Rodriguez.

Con estos indicios del trabajo con la cerámica los investigadores pudieron establecer el estado de desarrollo del asentamiento hallado en Malagana.

El saqueo de los guaqueros y habitantes cercanos al lugar no impidieron que los científicos ahondaran en el conocimiento de nuestros antepasados. Sin embargo queda la duda acerca de qué otros mensajes ocultaban aquellos elementos que no pudieron incluirse en la investigación.
 

Contacto: Investigador Carlos Armando Rodríguez. Museo Arqueológico de la Universidad del Valle. Teléfono 92- 331 52 78. Cali, Colombia

  


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