9 de julio de 1999

Simposio interactivo de diseño de fármacos
EL FUTURO ESTÁ EN EL MAR

Según los especialistas en diseñar fármacos, a pesar de su potencial el mar sigue siendo el gran desconocido.
Cocteles inteligentes y fármacos a la medida  son las nuevas tendencias.

Por Tulia Alessandra Figueroa Velasco
Especial para AUPEC
 

"Hoy por hoy, en función de la búsqueda de nuevos productos biológicos, el mar es el gran desconocido. Se considera que hasta ahora sólo se ha estudiado una porción mínima de todo su potencial. Aún falta por explorar más del 80 %  de los recursos oceánicos con el propósito de encontrar nuevos fármacos más potentes, menos tóxicos, más selectivos y en definitiva con mejor índice terapéutico", explicó la Doctora. Marina Gordaliza, profesora titular de química farmacéutica  de la Universidad de Salamanca y coordinadora del Simposio Interactivo de Diseño de Fármacos, que se realizó en Salamanca, España, del 7 al 9 de julio de 1999.

En el evento, en el que participaron los más importantes científicos, investigadores y especialistas del mundo en  la búsqueda de principios activos capaces de aliviar las enfermedades y mejorar la calidad de vida del hombre contemporáneo, congregó a conferencistas internacionales de la talla de los profesores Pellicciari, de Italia, Broughton, del Inglaterrra, Spivey, del Reino Unido y Plumet , de España.

Según la Dra. Gordaliza, tener como modelo un producto natural es un recurso importante en el diseño de fármacos, en este sentido, los moluscos, las esponjas, las algas  y  los microorganismos  que provienen del  fondo del mar suponen hoy una de las principales fuentes de moléculas y compuestos con actividad biológica máxima. "Además -agrega-  cuando las dificultades de extracción son grandes,  con base en el compuesto natural y por  manipulación molecular, en el laboratorio se pueden obtener síntesis  de gran calidad".

Con el ánimo de agilizar procedimientos, disminuir costos y obtener mejores resultados, desde  hace varios años, la Universidad de Salamanca viene trabajando mediante convenios con el Instituto Biomar y con la empresa farmacéutica  Pharmamar.  Esta investigación se desarrolla en cuatro líneas celulares diferentes. La Universidad prepara los compuestos y el laboratorio se encarga de la fase de prueba necesaria para garantizar la seguridad del fármaco en proceso de diseño.

Esta etapa cada día cobra más importancia, pues según informes realizados en Norteamérica solo 5 de cada 5000 compuestos que se empiezan a investigar en los laboratorios terminan siendo probados en los seres humanos. Al respecto la investigadora  Marina Gordaliza dice: "Cada vez se alargan más los ensayos farmacológicos de tolerancia. Hasta hace unas décadas eran de 4 años aproximadamente. En la actualidad son de 10 a 12 años, pues las entidades internacionales que controlan la seguridad de estos productos, tales como la Organización Mundial de la Salud y la Comunidad Eueropea, exigen mayores pruebas de inocuidad de los compuestos. Es necesario demostrar que un compuesto no solo es muy activo sino también que es lo menos tóxico posible".

Estas reglamentaciones, que implican mayores costos de investigación, procuran evitar errores dramáticos como el de la Taidomida que, en los años 60, causó deformaciones en los fetos de mujeres embarazadas que la consumieron.

Pero no solo los estudios de toxicidad han extendido el camino que debe recorrer un fármaco en su diseño. La etapa de producción, el registro y la comercialización hacen que el proceso total sea de 16 años en promedio. De esta manera los costos de creación de un fármaco se elevan a más de 400 millones de dólares.

Estas inversiones tan altas y con riesgos tan elevados solo pueden ser asumidos por  poderosas compañías farmacéuticas  que cuentan con los recursos y la organización multidisciplinaria integrada  indispensable para lograr resultados en este tipo de investigaciones. Claro está que en ocasiones, las instituciones académicas y organismos públicos colaboran con la industria farmacéutica.

Fármacos a la medida

El sueño dorado de  los farmacoquímicos es poder llegar a diseñar  fármacos a  la medida de quienes los van a consumir. Para lograrlo es necesario incrementar los conocimientos bioquímicos que se tienen de los receptores, es decir, comprender mejor las células dianas para las que se está buscando, sintetizando y aislando un determinado compuesto. Según explica la Doctora Gordaliza, si se conoce exactamente la diana, que en la mayoría de los casos son enzimas, ácidos nucleicos  o proteínas y la zona en la que se debe anclar el fármaco con el receptor,  se podrán diseñar compuestos más dirigidos, incluso específicos.

Desde la década de los sesenta, esta metodología de investigación de fármacos se basa cada día más en preparar moléculas que interaccionen con rutas metabólicas o receptores conocidos o postulados logrando así crear fármacos que posean una acción muy definida.

Una vez que se tiene la estructura óptima, que mejor combine las propiedades deseables y los efectos secundarios, es preciso que el compuesto sea sometido a largas y extensas evaluaciones de seguridad que incluyen toxicidad crónica, estudios metabólicos, carcinogenicidad y teratogenicidad, entre otras.

Pero  las expectativas de la ciencia no se quedan aquí. A puertas del siglo XXI los investigadores trabajan en fórmulas que les permitan combinar varios fármacos. Se trata de hacer “cocteles”  de compuestos que puedan aportar diferentes facetas en la actividad de un fármaco. Sobre este tema de tanta vigencia para la química farmacéutica, el profesor James Black, quien en 1988 recibió de la academia sueca el Premio Nobel por su contribución al estudio de patologías que afectan a la humanidad y por innovar en el campo del diseño de fármacos aproximando esta área de investigación a un terreno donde los productos finales tienen una concepción más racional, dijo hace dos años, en el discurso que pronunció con motivo de su investidura como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Salamanca: “Tengo el convencimiento de que en el futuro, los regímenes terapéuticos eficaces contra enfermedades tales como el asma, la artritis, el cáncer y la demencia, se basarán en cócteles inteligentes de fármacos derivados de una apreciación profunda de la patología base”.
 
 
¿Necesita más información acerca de este artículo?
Lo invitamos a contactar a  la Doctora Marina Gordaliza, profesora titular de química farmacéutica  de la Universidad de Salamanca, España. E-mail  secrgral@gugu.usal.es
Fue ella quien gentilmente nos sirvió como fuente para la elaboración de este texto.



 
 

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