La otra cara de la moneda

CUANDO LA QUÍMICA NOS DA EL PAN DE CADA DÍA

Muchas personas ven en la química un enemigo mortal de la agricultura, pero esto no es cierto en todos los sentidos. Estudios detallados en esta materia le permiten a los científicos obtener  información valiosa para entender las complejas relaciones que gobiernan el mundo de las plantas y sus interacciones con el suelo y la atmósfera.


Foto de rev. Orstom

Los investigadores pretenden llevar esta metodología a suelos pobres en nutrientes, específicamente en nitrógeno, que producen cosechas pobres, como la mayoría de los suelos de Latinoamérica, Africa y Asia.

Adriana María Ochoa O.
Agencia AUPEC diciembre de 1997

Don Jesús Sastoque nunca oyó hablar de Antoine Lavoisier, ni sabe qué es un átomo ni mucho menos un isotopo. Tal vez su única aproximación a la química ha sido en las frecuentes discusiones sobre la conveniencia de usar plaguicidas.

Lo que no sabe don Jesús es que en otros aspectos la química lo puede ayudar en su tarea diaria de cultivar la tierra.

En el área de la agricultura los isótopos, como N15 y C13, tienen un especial interés científico, debido a su participación en la dinámica de los cultivos y el crecimiento de las plantas.

De acuerdo con los investigadores, un isótopo es la variante de un elemento químico, como el nitrógeno o el carbono, se diferencia de éste pues tiene en su núcleo una cantidad mayor de neutrones, lo que lo hace más pesado a pesar de mantener las mismas características químicas.

El carbono es el principal constituyente de la materia orgánica del suelo y el nitrógeno es un nutriente indispensable para las plantas. Por esta razón científicos del Laboratorio de Isótopos Estables del Centro Internacional de Agricultura Tropical, CIAT, realizan el estudio de estos elementos a través del espectrómetro de masas, un aparato que se utiliza para determinar las cantidades presentes de isótopos en muestras vegetales.

En este sentido, una de las aplicaciones más importantes tiene que ver con el establecimiento de la fijación de nitrógeno por plantas leguminosas, quienes tienen la capacidad de asociarse con unas bacterias que habitan en el suelo, captan nitrógeno atmosférico y se lo pasan a la planta.

"La idea es medir la cantidad de nitrógeno que tiene la planta y establecer exactamente cuanto reúne de la atmósfera y cuanto del suelo", explica el ingeniero químico Marco Antonio Rondón, especializado en la Agencia Internacional de Energía Atómica de Viena , Austria, y la Universidad de Cornell, Estados Unidos.


Ilustración de rev. Orstom

Mediante estas técnicas avanzadas se puede obtener información muy valiosa para entender las complejas relaciones que gobiernan el mundo de las plantas y sus interacciones con el suelo y la atmósfera.

De esta manera los científicos quieren establecer que tan significativa es la cantidad de nitrógeno que captan las leguminosas, a través de las bacterias, y sugerir el uso de estos microorganismos en plantas que no tienen su ayuda o aquellas que no poseen la capacidad para tomar el nutriente de los fertilizantes que recibe.

Igualmente los investigadores pretenden llevar esta metodología a suelos pobres en nutrientes, específicamente en nitrógeno, que producen cosechas de mala calidad, como la mayoría de los suelos de Latinoamérica, Africa y Asia.

"Por ejemplo el cultivo de fríjol, una de las principales leguminosas que se consume en el mundo, es manejado por campesinos que no tienen acceso a fertilizantes y el uso de estas bacterias sería una forma de optimizar su producción", explica el químico Rondón.

Otro estudio que se realiza con isótopos tiene que ver con medir la contaminación causada por los fertilizantes. En esta tarea se emplea el N15, a manera de marcador de la muestra, junto con el fertilizante. Se puede ver entonces en qué partes de la planta el fertilizante se concentra más y qué cantidades se vuelven peligrosas para el cultivo.

Mediante estas técnicas avanzadas se puede obtener información muy valiosa para entender las complejas relaciones que gobiernan el mundo de las plantas y sus interacciones con el suelo y la atmósfera.

Se aplica a campos tan diversos como fisiología vegetal, descomposición de residuos vegetales y para medir cambios en la cantidad de carbono almacenado en el suelo y en los flujos de varios gases que causan el efecto invernadero y están asociados al cambio en el uso de la tierra.


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