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Cali, Colombia
abril de 2001
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Ana Sofía Franco Zafra
"¿Y usted por qué chilla,
acaso es primeriza?" le gritaba la enfermera a la mujer de la cama de al
lado mientras la del frente se desgarraba por un llanto que desbarataba
la poca calma que Marta traía de su casa y que, cada vez, se le
escapaba más del cuerpo.
A pesar de la bulla, a pesar de tanta gente en la sala general de trabajo de parto del Hospital Universitario del Valle, Cali, Colombia, el desamparo la embargaba completamente. Había entrado a esa sala sin despedirse de sus familiares, pensando que iba sólo a un chequeo; pero adentro le dijeron: "Usted no sale de aquí sino con el niño en los brazos". Y no dejaron entrar a nadie en toda la noche. Adentro, un reloj de pared sólo
anda para anunciar los próximos gritos de algunas mujeres que lo
miran con lágrimas en los ojos. Otras, en silencio y con calma.
Las profesoras Gladys Canaval, María
Clara Tovar, Marta Cecilia González y Celmira Valencia, de la Escuela
de Enfermería de la Universidad el Valle, quisieron descubrir aquello
"invisible" en las mujeres gestantes. Realizaron un estudio a partir de
entrevistas en profundidad con 35 mujeres embarazadas en una edad promedio
de 26 años, habitantes de estratos bajos de la ciudad de Cali. El
80% de ellas no tenía seguridad social, la mayoría vivía
en unión libre y su educación era de 6 o 7 años de
estudio básico. Es el prototipo de mujeres que asisten a las instituciones
públicas de salud en las que se realizó la investigación.
La noticia del embarazo y los meses siguientes Al recibir la noticia, las 35 mujeres experimentaron diferentes sentimientos; aunque las alegraba también las llenaba de miedo, rabia o tristeza pues la situación económica y familiar no era favorable.
"Estuve muy sola. Tuve el apoyo de la familia de él pero no les tengo confianza. Él no me apoyaba, aunque manifiesta estar alegre con el bebé es muy distante conmigo".
"…felicidad porque iba a nacer mi hijo e inseguridad porque me sentí enferma, tenía placenta previa y una mala situación económica". El parto, una experiencia de soledad Unas mujeres expresaron sentirse asustadas
en el momento del parto; otras dijeron que fue una experiencia "dura
y desagradable"; otras expresaron que fue una "experiencia normal", y pocas
expresaron haberlo vivido como "algo bonito"
"Se enojaban y me gritaban mucho". "Me dejaron sola y sólo cuando vieron que el niño tenía la cabeza afuera me atendieron". El que los daños sicológicos no puedan medirse con un termómetro no significa que deban ser pasados por alto en las instituciones de salud. Postparto: los 40 días de "dieta" La "dieta" es el tiempo en que inicia la
lactancia y la mujer debe adaptarse a su nuevo papel de madre. Para algunas
ese proceso de adaptación fue más difícil, debido
a los problemas económicos que las hicieron salir a trabajar en
poco tiempo, y a la falta de apoyo de la familia y/o el compañero,
tan requerido en ese tiempo, pues algunas mujeres consideran que han perdido
fuerza durante el parto y por eso las semanas siguientes deben guardar
reposo; para ellas, actividades como barrer, trapear, lavar o caminar están
contraindicadas y necesitan ayuda. También evitan exponerse a fenómenos
naturales tales como el sol, el sereno y la lluvia. Expresaron lo siguiente:
"En un cuarto encerrado se realiza un baño caliente con hierbas, al día siguiente sahumerio y se toma chocolate caliente". El último día de "la dieta"
se realiza un ritual; es un día definitivo en el que se "normaliza"
la vida y la madre debe asumir con totalidad su nuevo papel.
Soledad en las mujeres gestantes El sentimiento más presente en las entrevistas, durante todo el proceso de gestación, fue el de soledad. La calidad de vida de estas mujeres no era buena, lo cual indica que el componente socioeconómico influye, pero hubo experiencias en que con la compañía del esposo, a pesar de los problemas económicos, la situación emocional era menos difícil. La conclusión a la que llegó el equipo de enfermeras, cuyo trabajo obtuvo el premio Maricel Manfredi en el VII Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería, fue que lo más importante para la estabilidad emocional de la madre gestante es la compañía, el afecto, el apoyo familiar y la seguridad económica, así como la comprensión por parte de médicos y enfermeras. Cuando todo esto falla hay más riesgo de que aumente la depresión postparto, que altera la salud mental de la madre, el niño y la familia, y puede llevar hasta el suicidio, aunque las tasas de suicidio postparto sean bajas. El siguiente paso de la investigación
es divulgar sus resultados. Se necesita que haya un cambio en la formación
que se imparte en las instituciones universitarias a enfermeros, enfermeras
y demás profesionales de la salud para que cambie también
la atención brindada a las madres. Que los servicios tengan el personal
preparado y suficiente para proporcionar bienestar a las mujeres gestantes
y que el tener sus hijos en estas instituciones no se convierta en un elemento
más de malestar para ellas.
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más información acerca de este artículo?
Lo invitamos a contactar
a las profesoras Gladys Canaval (glacanav@univalle.edu.co),
María Clara Tovar (mctovara@univalle.edu.co),
Marta Cecilia González y Celmira Valencia, de la Escuela de Enfermería
de la Universidad el Valle
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