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Cali, Colombia
julio de 2001

Nueva técnica para volver productivos 
los Llanos Orientales de Colombia

Foto de FRONTERAS DE LA CIENCIA
Un estudio realizado a los suelos de los Llanos Orientales en Colombia permitió concluir que los cultivos de estas tierras sí pueden ser productivos, y para hacerlo de una manera económica y sostenible, científicos del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) diseñaron una metodología denominada “Formación de una capa arable”.

La investigación, que duró 6 años, contó con el apoyo de Corpoica, la Universidad del Llano, Colciencias y Pronata, y forma parte del convenio de cooperación técnica y científica con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Durante este tiempo, los investigadores se dieron a la tarea de determinar los principales limitantes de los suelos, para luego tratar de controlarlos y mejorarlos.

Esta región, con 17 millones de hectáreas, es una de las más extensas del país; sin embargo, sus tierras no tienen condiciones favorables para la agricultura por su elevada acidez, altos niveles de aluminio y por ser pobres en materia orgánica y calcio. Para mejorar estas condiciones y lograr producir de manera económica y sostenible, los expertos están convencidos de que es necesario desarrollar una capa arable, para poder mejorar el suelo física, química y biológicamente.

Con el mejoramiento físico, que se logra haciendo labranza vertical con cinceles, se aumenta la infiltración y la capacidad de enraizamiento. La labranza vertical se realiza con cinceles que van unidos a un tractor y van aflojando el suelo. Generalmente, los cinceles están separados 60 ctms, entre sí, y penetran a una profundidad que oscila entre 25 y 30 ctms. Para esta metodología se recomienda una separación de 30 ctms., lo que significa que hay que dar dos pasadas del tractor en la misma dirección. Esto hace que
el suelo se afloje, permitiendo mejor infiltración de agua y de aire, generando un mejor ambiente para el crecimiento de las raíces.

No se debe abusar de esta labranza. Hay gente que da tres y cuatro cinceladas al terreno y, en vez de hacerlo en una misma dirección, hace pases cruzados, lo cual -especialmente en suelos de baja  estabilidad estructural- los afloja y, con las primeras lluvias, se asientan y se compactan.

El otro sistema, el más utilizado, es el de labranza horizontal con arado de
discos o de vertedera. A medida que el tractor avanza, el suelo se voltea lo
que hace que se desconecte y pierde la continuidad del espacio poroso. El
uso del arado y las rastras es contraproducente en suelos tropicales, porque
los degrada.

Con el mejoramiento químico, que se obtiene aplicando cal, se estabiliza el nivel de calcio del suelo y se vence el problema del aluminio. Solucionados los problemas físicos y químicos se logra el mejoramiento biológico, el cual consiste en dar las condiciones necesarias para que se produzca un considerable volumen de raíces, preferiblemente de pastos.

“Cultivos de arroz, soya, maíz, e inclusive algodón, que en otros tiempos era imposible que se produjeran en esta zona, pueden lograrse con un buen manejo y uso planificado de los suelos”, dice el edafólogo del CIAT, Edgar Amézquita, quien lideró la investigación.

Estas nuevas prácticas se están extendiendo a los cultivos de maíz, los cuales no eran muy comunes en los Llanos, pero ahora hay un incremento considerable y se espera que para este semestre sean sembradas 60 mil hectáreas utilizando la labranza vertical.

Aunque ya se comprobó que la aplicación de esta metodología contribuye ecológica y económicamente al mejoramiento de los suelos, la formación de capa arable sólo se ha podido llevar a cabo en una mínima parte de esta región debido a dos factores: el orden público y la dificultad para cambiar los hábitos entre los agricultores respecto a la labranza de la tierra.

El primer problema ha provocado el ausentismo de muchos propietarios de fincas que se han desplazado a otras regiones, y sus tierras ahora son manejadas por terceros que no toman decisiones y que no ven con buenos ojos otras técnicas de siembra.

Foto de INNOVACIÓN Y CIENCIA“Esta nueva manera de cultivar la tierra implica un cambio de pensamiento de las personas que manejan los cultivos”, dice Amézquita. “Los agricultores más progresistas han captado el mensaje, pero la mayoría aún trabajan los suelos con labranzas tradicionales en las que se utilizan rastras y arados, que lo único que hacen es sellar los suelos y acabar con el potencial de siembra de pastos y cultivos”.

Para este científico, “implementar un sistema de trabajo diferente al que se ha hecho durante tantas décadas no es fácil”, por ello, hasta el momento, sólo ha sido posible su aplicación en algunas fincas.

 

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Lo invitamos a contactar a Edgar Amézquita, Suelos y Sistemas, CIAT. Apartado Aéreo 6713, Cali, Colombia. Tel. (57-2) 4450000 (ext.#3404). Fax: (57-2) 4450073. Correo electrónico: e.amezquita@cgiar.org  - ciat@cgnet.com
Fue él quien gentilmente nos sirvió como fuente para la elaboración del texto que usted acaba de leer.

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