BELLEZA, PERFECCIÓN Y UNIFORMIDAD.
"En el ámbito de la comunicación no verbal, el aspecto es, sin duda, la señal que más influye en la percepciones, tanto en las reacciones de todos los individuos en general como en las de cada uno en particular. Las manipulaciones de la imagen corporal tienden a poner en manifiesto los atractivos del cuerpo. La experiencia general demuestra que las personas atractivas gustan, y los expertos en los medios de masa confirman que, en nuestra sociedad, la seducción constituye un factor clave en el comportamiento y en la comunicación. Nuestra experiencia ante los demás es el resultado de la arquitectura anátomica del cuerpo y de todas sus modalidades expresivas." Nicola Squicciarino, "El vestido habla". 204
El incremento de los trastornos del comportamiento alimentario en Colombia y en el mundo se relaciona de manera íntima con instancias de poder económico y simbólico como la moda y los medios masivos, al construir estos en las personas ciertos criterios de percepción del prójimo que afectan aspectos tales como la apreciación de la belleza, de la perfección o de la uniformidad. Parte de esa construcción de ideales que generan los medios propagadores de la cultura masiva es la perpetuación de la creencia popular de que la anorexia es una enfermedad casi exclusiva de adolescentes preocupadas en exceso por su apariencia física. Ese mito se ha convertido en un arma de doble filo para la sociedad en general, primero, porque oculta bajo la capa de "echemosle la culpa a la cultura masiva, a las modelos hiperdelgadas, a la televisión para adolescentes, al cine comercial, etc..." la problemática familiar profunda que existe en estos casos y que ha desbaratado las "defensas psiquicas" de la persona, haciéndola vulnerable al bombardeo de los medios de comunicación y sus contenidos tendenciosos que relacionan éxito, felicidad y belleza con delgadez y, segundo, porque esa certidumbre sólo se limita a nominar el problema sin cuestionar cómo salir de ese patrón, cómo no ser un esclavo de las construcciones ideológicas y simbólicas de la sociedad de consumo que generan ciertas formas condicionadas de ver el mundo y afectan nuestras ideologías políticas, las metas profesionales, el ideal de pareja a tener o incluso la forma como queremos envejecer y morir. Hecha esta aclaración -casi que una declaración de principios- exploremos un aspecto que determina el ideal a seguir por la gente con tendencias latentes a desarrollar trastornos alimentarios: la belleza física en la sociedad de consumo.
Para intentar responder a la pregunta ¿por qué las mujeres tiene que vivir tan pendientes de su apariencia externa? es importante situarnos desde dos esferas diferentes pero complementarias ente si: lo biológico y lo cultural. Para el primer aspecto las explicaciones pueden ir de la mano de Sherwin B. Nuland, profesor de cirugía, historia de la medicina y bioética de la Universidad de Yale.
"Podría argumentarse que nuestra búsqueda de la belleza puede, en cierto sentido, rastrearse hasta el impulso primitivo de preservar el ADN. El placer es el trofeo eventual que recibimos por obedecer nuestros instintos de supervivencia. El placer hace que la vida sea soportable y valga la pena preservarla. Las diversas formas en que ha sido descubierto y creado el placer por la humanidad no puede considerarse sino dentro del contexto de la adaptabilidad biológica y del entendimiento de la fábrica del cuerpo humano. Sin embargo, dentro del potencial pleno del pensamiento estético, existe una cualidad inexplicable que trasciende el simple hecho de preservar la vida."205
Dicho en otras palabras:
"La ciencia examina la belleza y proclama como una estrategia: "Belleza es salud -me asegura una psicóloga-. Es una valla donde se lee 'estoy sano y soy fértil'. Puedo trasmitirlos a tus genes ".206
Por eso:
"El óvulo sólo quiere una cosa: no morir sin haber sido fertilizado. Todas esas pasiones y poemas, todas esas furias y rosas, toda esa sexualidad y sutileza con que la humanidad ha adornado el dulce preludio de la fertilización están al servicio de la necesidad del óvulo. Los imperios caen, las pasiones estallan, se escriben grandes sinfonías, y detrás de todo esto existe un único instinto que exige satisfacción: el óvulo tiene que salirse con la suya..... encarna el principio de la preservación de la especie. Aún más que eso, encarna el principio de la vida."207
Una conclusión bastante fuerte, racional y científica para dos aspectos a los cuales la Humanidad ha dedicado centurias: el amor y la belleza. Pero a veces las cosas no son blanco o negro.En pruebas hechas desde la decada de los 80 por Judith Langlois se ha determinado que: "Puede que los seres humanos sean promediadores natos del conocimiento, aún los niños más pequeños han visto millares de rostros, y es posible que hayan elaborado a partir de ellos un promedio que usan para comparar". Por eso para Langlois los humanos son, claramente, coinófilos, termino que significa que se inclinan hacia el promedio y deriva de las palabras griegas koinos, "común" y filos "amor".
Sin embargo, aunque Langlois y otros afirmen que la belleza de unas personas proviene de sus rasgos 'promedios' -y pocas veces los rasgos promedios implican belleza en las culturas occidentales ávidas de bellezas raras y originales- la apreciación de belleza en la mujer quizás se puede deducir de otra característica importante: la hiperfemineidad.
Víctor Johnston -profesor de biopsicología de la Universidad Estatal de Nuevo México- sobrepuso 16 imágenes digitales de rostros femeninos ideados al azar por una computadora y las sometió a calificación en una convocatoria abierta en una página web. En dicho experimento participaron más de 10.000 personas y después de 20 generaciones, producto de la mezcla de esas 16 primeras imágenes, se obtuvo la-mejor-de-todas, una 'hiperhembra' -mucho más femenina que el promedio- la cuál posee el maxilar inferior más corto, labios más carnosos y los ojos ligeramente más grandes. 208 Otros autores en la revista científica "Nature" en un artículo denominado "Effects of sexual dimorphism of facial attractiveness" -"Efecto del Diformismo sexual en el atractivo facial"- respaldan la anterior teoría y agregan además que las mujeres, de acuerdo a su ciclo hormonal, pueden preferir algunas veces hombres masculinos y otras veces hombres con rasgos más delicados. Pero siempre el individuo "objeto de deseo" tiene características más suaves que los individuos promedios.
Un estudio realizado por la Universidad de Michigan reveló que las personas que tienen facciones asimétricas presentan más probabilidades de sufrir depresión, desarrollar enfermedades gástricas, trastornos de sueño y dolor de cabeza. Lo anterior no es de extrañar si se tiene en cuenta que la belleza delimita hasta cierto punto las relaciones sociales y aquellos que no son 'bien parecidos' tienen mayor dificultad a la hora de conseguir empleo, encontrar pareja y entablar una amistad. 209
Mas las ventajas de la belleza no pasan desapercibidas ya que "en la era de los valores feministas y políticamente adecuados, sin mencionar la creencia de que todos los hombres y mujeres somos iguales, el hecho de que en realidad no lo sean e incluso que algunos seres sean más bellos que otros intranquiliza, confunde y hasta molesta".210
"Si bien hoy la belleza no genera guerras de Estados lo cierto es que este adjetivo sigue determinando en cierta medida los parámetros de comportamiento entre las personas." 211
Esa es una de las hipótesis del periodista Daniel MacNeill, quien acaba de publicar The Face, un libro en el que analiza detalladamente las características faciales desde el punto de vista anatómico y las implicaciones que éstas tienen en las relaciones sociales y culturales. Para MacNeill el estereotipo es tan marcado que en la mayoría de los casos se asocia directamente a alguien bello con la imagen de una persona exitosa, buena, triunfadora, alegre, simpática y saludable. Todo lo contrario ocurre con los feos, quienes a primera vista son calificados como seres gruñones, odiosos, malvados y enfermos.
A pesar de todos esos prejuicios o condicionamientos, McNeill sorprende concluyendo que, aunque el atractivo físico es fundamental en la impresión que tiene un ser de otro en el primer encuentro, luego de un tiempo de conocerse mejor las perspectivas pueden cambiar. La gente empieza a preferir cualidades como la simpatía, la ternura, la inteligencia y la amabilidad. McNeill cree que en estos casos la genética pierde el primer plano y la mente redefine los patrones de belleza y le brinda a esos rasgos corrientes cierto grado de encanto.
Conclusión: No siempre belleza está ligada a perfección; primero, porque en la misma apreciación de la perfección entran, con el tiempo, criterios distintos a los físicos; segundo, porque nuestra forma de percibir la perfección física puede estar errónea y lo que entendemos por ello es el promedio de ciertas cualidades que hemos visto en muchos rostros o cuerpos; tercero, porque quizás la perfección y la percepción de belleza están muy relacionadas con algunas hormonas que determinan, en ciertos momentos, características femeninas exageradas o latentes en la mujer y en el hombre: y cuarto, porque no hay perfección cuando la belleza -o su carencia- se utiliza como criterio discriminador para juzgar a las personas.
Para evitar esos criterios discriminadores, muchas veces la belleza se ha "vestido" con las ropas de la uniformidad -facultad inherente a un grupo determinado de cosas que tienen la misma forma y el mismo aspecto- . Por eso, además de los adornos externos, los hombres primitivos apelaban -entre otras cosas- a la pintura, al tatuaje, a las deformaciones corporales y a la escarificación, como formas de marcar sobre su propia piel señas con el fin de comunicar a los demás algo inherente a su perfección e identificación con el clan.
Es así como la indumentaria, además de resaltar ciertos atributos también se puede ver como un modo de uniformar su valía, institucionalizando los modos de vestirse de cada pueblo. Cada cultura ha elaborado formas particulares de adornarse /identificarse, modos de comunicación inherentes a la indumentaria que indican sentido de pertenencia, rango dentro del grupo, prestigio social, etc. Pero todos se ciñen al esquema, el que no lo hace es extraño, imperfecto, no tiene sentido de pertenencia.
Por ser parte del esquema todavía algunos se liman los dientes, se hacen tatuajes en todo el cuerpo, manipulan sus formas craneales, usan aros en sus cuellos. Es como si se los exigiera esa particular forma de cerrar un circulo social en donde sólo aquellos que estén dispuestos a pagar el precio pueden estar. Pero quieran o no hacerlo, estén de acuerdo o no, sus integrantes siempre tendrán que ajustarse a los parámetros que cada grupo social específico les exija.
Esos criterios, unidos a las construcciones ideales de mujeres que venden los medios y que la mayoría del "sexo debil" no puede alcanzar, hacen que ellas esten avergonzadas de lo que creen son cuerpos inferiores y distorsionen la imagen de su cuerpo, de su belleza natural, creyendo ser una talla más grande de lo que en verdad son. 212 213 214
Y es que la belleza es hoy en día un concepto que dejó de ser abstracto, subjetivo, indefinible, y se convirtió en todo lo contrario: concreto, "objetivo" y homogéneo. Los estándares con los cuales se "mide" si una persona es bella són cierta edad, cierto peso, tipo de rostro o cuerpo. Por ello Alicia Machado desencadenó un escándalo para primera página de tabloide al engordar unos kilos siendo Miss Universo; Kate Winslet, la protagonista de la película más taquillera de la historia, es centro de críticas al ser rolliza y las modelos no tienen una vida "útil" en su trabajo mas allá de los 35.
La mundialización económica y cultural aunque es incapaz de acabar con los patrones culturales tradicionales arraigados en cada pueblo de la faz de la tierra, se superpone a estos con sus propios patrones y crea una dicotomía entre los valores "homogéneos y universales" -convertidos en "homogéneos y universales" a fuerza de masificación, de publicidad estratégicamente creada, de imposiciones del mercado, de utilización de elementos comunes en muchas culturas, entre otros- y lo tradicional, reinterpretado por muchas personas que tienen como ambiente el primer paradigma cultural como "viejo, arcaico, fuera de onda".
Por eso las interpretaciones que una persona común -cuya vida se desarrolla en un ambiente amalgamado entre el paradigma viejo y nuevo- realiza de las personas consideradas bellas por las revistas o la televisión son contradictorias o se están redefiniendo y, en esa particularidad, muchas veces se concentra el atractivo especial de las mismas.
Exploremos un poco ese aspecto utilizando, en primera instancia, a los juveniles y andróginos modelos de Calvin Klein y a los también juveniles nuevos ídolos de la televisión norteamericana , todo esto relacionándolo, por supuesto, con la formación de los trastornos alimentarios en muchas personas y con un poco de Historia.
Androginia, Griegos y los efebos de Calvin Klein, Versace y otros modistos.
El mundo occidental en el cuál estamos inmersos no podría existir sin las bases culturales de la Hélade. Gracias a los griegos aprendimos a filosofar, a centrar el mundo en función de los hombres y no de los dioses, nos convertimos en discípulos de Sócrates y su implacable lógica, heredamos la inventiva de Arquímedes, vivenciamos la profundidad de las pasiones humanas mediante las tragedias y tenemos unas construcciones simbólicas nacidas de bellos mitos atemporales. Pero hay algo más que marcó con hierro forjado la cultura en la que habitamos, el concepto griego de belleza.
En "El Banquete", Platón inmortaliza varios conceptos clásicos sobre el amor y la belleza. En uno de los relatos allí narrados, el amor y la sexualidad se unen de forma inexpugnable cuando el sentimiento involucrado va mas allá del deseo de la carne y son las almas, por intermedio de los cuerpos, quienes se comunican entre si. En otro relato presenta el amor vulgar de Afrodita Pandemo y el amor ideal de Afrodita Celeste y hace una reflexión velada acerca de la sexualidad de los dioses y de su contraparte en los humanos.
También explica la belleza del cuerpo de un chico que empieza a convertirse en hombre y cómo ser parte de ese despertar hace más valioso el amor entre un adulto y ese efebo, incluso parece que es el alma, lo que irradia ese joven, lo que lo hace valioso y deseable. Un claro precedente de lo que hoy se llama "factor x", la cualidad que destaca a una supermodelo de una mujer hermosa. Quizás por esos conceptos interiorizados en nuestras mentes gracias a la educación tradicional nos parece normal que los modelos que aparecen hoy en las revistas de modas parezcan los nuevos efebos de la corte griega.
No los modelos musculosos y con caminado de nevera portátil sino los chicos de Calvin Klein y similares, adolescentes o adultos jóvenes con rasgos andróginos y características de inocencia y madurez sexual tan amalgamadas entre sí que se vuelve imposible separar un aspecto de otro. Si creemos que la sociedad es circular (al menos la moda lo es, siempre regresa a sus orígenes) y vuelve donde comenzó, es lógico que los conceptos esbozados en "El Banquete" respecto a la belleza física vuelvan a imponerse de forma subrepticia o abierta.
Desde hace 20 años pensadores como Baudrillard están escribiendo sobre lo interesante que resulta a nivel simbólico y conceptual el hecho de que muchas modelos carezcan de cuerpos con características femeninas de facil resaltación y cómo esto deriva en androginia. Nada ha variado en los comienzos del tercer milenio, en los catálogos de modas cuesta trabajo reconocer modelos con un par de senos que se puedan coger en manos que no sean de bebé, para no mencionar las otras características sexuales femeninas secundarias. Si los griegos antiguos que carecían de las ventajas massmediáticas (pero tenían un marcado interés por la comida y su relación con el cuerpo esbelto) sufrían de claros antecedentes de Bulimia y Anorexia: ¿cómo esperar que las modelos, ante el deseo de la industria de que sean hiperdelgadas y parezcan preadolescentes desvalidas, no incurran en trastornos alimenticios como la anorexia que en su concepción simbólica justamente trata de una represión al cuerpo para impedir que desarrolle su madurez sexual?.
Los nuevos dioses del Olimpo
En los países industrializados se dan subsidios para espectáculos a las personas mayores de 60 años. Está mal!, se le deberían dar a todo aquel que pase de los 40 años, los revele y no sea una persona famosa. La actual sociedad idolatra además del dinero, a la juventud, y como ésta última se ha asociado con sexualidad exacerbada, ay de aquel que no use al menos una caja mediana de preservativos al año!!!.
Probar que no exageramos es cuestión de coger la guía televisiva y empezar a revisar las series nuevas y viejas que "marcan la parada" en los canales más poderosos. De esas series muchas llegan a Colombia por las parabólicas y son observadas masivamente por un público joven que en años pasados vibraba e imitaba los patrones de comportamiento de "Beverly Hills 90210" y ahora "sufre y rie" con "Dawson Creek", "Buffy la cazavampiros" o "Party of five". En su tiempo "Beverly Hills 90210" presentaba a un grupo de adolescentes bellos, esbeltos, casi todos ricos, sexualmente exultantes, cuyos problemas se centraban en líos emocionales o "bed time stories" con su amigo o amiga, novio o novia, exnovia o amante, futura novia o amiga especial, etc. La moralidad tradicional respecto a la sexualidad se pasaba por alto, los chicos de la escuela 90210 de Beverly Hills desarrollaron una moral o ética similar a la de los dioses griegos, sus excesos eran la prueba de su grandeza.
Quizás no tenga nada de malo tener una sexualidad Olímpica... a menos que se carezca del principal atributo para ejercer esa práctica, ser un dios. Esa divinidad traducida a términos prácticos implica, en caso de ser mujer, ser bella, delgada, poder vestirse bien, y tener poder adquisitivo. Si se quiere aspirar a ser parte de ese panteón y además se tienen ciertas condiciones psicológicas y biológicas particulares, es posible que la anorexia aparezca como el "deux es machine" que desencadena un trágico final.
Pero ¿por qué la belleza femenina está tan ligada al concepto de juventud biológica y al de delgadez?. Dos posibles teorías, las mas sencillas de encontrar, se contradicen entre si ya que las mujeres jóvenes son más fértiles y más deseables sexualmente pues en sus momentos de ovulación segregan unas especies de feromonas que alientan el deseo sexual propio y de los hombres; pero los cuerpos hiperdelgados son la negación de la sexualización de la mujer en la medida de que la carne simboliza lo sexual, incluso la madre, y representa la liberación del "yugo sexual" o una sexualidad narcisista. Más la juventud que acompaña a la belleza, que la determina como belleza, no es siempre biológica, casos como el de las cantantes Cher y Madonna lo prueban. Estas dos divas se mantienen estéticamente bellas, sexualmente deseables y proyectan una imagen juvenil, por lo tanto son jóvenes!.
La respuesta al porqué del culto a la juventud debe retomar al Sociólogo italiano Niccola Squicciarino quien cree que los jóvenes de hoy no siguen exclusivamente el legado familiar; quebrantan con su forma de vestirse lo masculino y lo femenino; a su vez la moda se vuelve cada vez más andrógina.215
Paul Yonnet, sociólogo fránces, cree que lo que importa no es el sexo sino la juventud y la forma en que esta se pueda prolongar. Es como si la juventud ya no se ciñera de forma exclusiva a un período determinado de tiempo sino que fuera una forma de vida; en esta son los grupos juveniles, la nuevas tribus y masas urbanas influenciadas por el rock -hijo del jazz- y sus engendros -Pop, Punk, Rap, Grunge, Hip Hop, Latin Jazz, Rock Alternativo, Latin Rock, Metal, Hard Core, Acid Jazz, Reggae, Funk, Dance, Trip Hop, Tecno, Industrial, Death Metal, etc- quienes determinan las tendencias en el vestir, en quienes se inspiran los diseñadores para crear sus colecciones.216
La modelo Ivis Palmer, de la casa Storm, en el documental de la BBC "Deslumbradas" también cuestionó de una forma casi desesperada esa idealización que se hace de la juventud:
" La juventud absoluta vende, creo que eso es lo que disfrutan los fotógrafos. Son ellos quienes disfrutan esas fotografías. Las mujeres no disfrutamos tanto al verlas. Mientras los fotógrafos quieren mostrar la inocencia de la juventud sin velos, los diseñadores quieren colocar sus vestidos en cuerpos adolescentes. A medida que las modelos maduran los diseñadores las obligan a mantenerse delgadas, a dietas de lechuga, que aparenten los 16 años. Lo que venden es anorexia y eso no lo entiendo". 217
Ese fenómeno de las mujeres delgadas comenzó en la primera década del siglo XX, época en la cuál el imaginario colectivo empezó a invertir la idea de que un cuerpo delgado, especialmente en las mujeres, era un síntoma de enfermedades nerviosas o de vida desequilibrada. La relación simbólica entre la gordura y los bienes materiales se transformó al convertirse la economía norteamericana y mundial en un "reino" de industrias que producían objetos de consumo masivo y funcionaban a traves de especulaciones financieras, dando como resultado que el ideal femenino comenzara a imitar la inmaterialidad de un dinero fluctuante.
"En el proceso, el 'valor' de una mujer cambió del lenguaje basado en la tierra de la materialidad, a uno más adecuado a la movilidad de la vida social y económica modernas. La sustancia corporal se identificó con un exceso molesto, un signo exterior de las tendencias fuera de moda del viejo mundo. La 'nueva mujer, como fué llamada a menudo en las revistas masivas de la época, era "delgada, alta, vigorosa, parecida a una pantera". 218 Esa imagen se difundió por todas las revistas y periódicos y se convirtió en el paradigma de la mujer moderna cuando las estrellas femeninas de Hollywood lo adoptaron como suyo o fueron creadas bajo ese patrón.
En la industria de la moda y del cine este prototipo ha sido interrumpido solo en los periodos de recesión económica, guerra y recuperación. En esos intérvalos -años 50s y 60s- es que han surgido imaginarios de mujeres de formas generosas y sexualidades complacientes que afirman la superioridad masculina: Jane Mansfield, Marylin Monroe, Sofía Loren. La "normalidad", el "reino" de las delgadas, regresó al mundo del septimo arte con Brigitte Bardot, Jane Fonda, la hiperdelgada Audrey Hepburn -quien había dado también la lucha en los 50-, entre otras.
La supermodelo Twiggi, una chica hiperdelgada que se convirtió, por imposición de la industria de la moda, en el modelo a seguir para todas las adolescentes del mundo -quienes ahora debían sentirse cómodas antes que verse bellas-, fué quizás el estandarte de la delgadez en la década que marcó el triunfo de los Beatles en todo el mundo. Ella era la contraparte de la primera supermodelo que existió, también en los años 60s, la inglesa Jean Shrimpton. Su descubridor David Bailey afirmó en una entrevista a la revista Vogue que "Jean era una especie de belleza del siglo en una forma democrática. Atraía a los hombres y a las mujeres de todo el mundo. Fue la primera supermodelo y la gente se quejaba porque 500 libras esterlinas al día era mucho dinero para una modelo". A fines de los 60s, cuando su prototipo de belleza empieza a ser 'imitada' por mujeres 'en todas partes del orbe, ' apareció Twiggy, según la revista Vogue: "El terremoto de la Juventud".
Con Jean Shrimpton el oficio de modelo se convirtió en una profesión, que requería para ejercerla tener ese 'no se que en no se donde' -factor x- que va más allá de la simple simetría, promedio y aun hiperfemineidad. 219
Desde el recrudecimiento de la imagen delgada promovido con la Twiggy, la femineidad empezó a desaparecer en los arquetípicos cuerpos, cada vez más lánguidos, de las modelos que, con su apariencia infantil -sin marcados caracteres sexuales secundarios- representan la seducción y el prestigio social del 'fresh espirit' o mito del 'forever young' que aún nos rige.
La modelo Ivis Palmer de la casa Storm, justifica un poco ese fenómeno con una visión Disney de este: "la juventud y la inocencia son románticas, es como 'Lolita' pero no tan pornográfica. Se trata de una chiquilla que no ha sufrido. Eso agrada ante la cámara porque se trata de niñez, candidez, inocencia; son chiquillas vestidas como sus madres".217
Por desgracia este asunto de las modelos y sus repercusiones en la sociedad no tiene nada de inocencia. La psiquiatra Hilde Bruch probó que los desordenes alimenticios se incrementaron vertiginosamente a partir de los años 60s. Algo que no era común, como la anorexia, de pronto empezó a 'existir' al legitimar su aparición en los medios masivos. Desde esa época hasta nuestros días los casos no cesan ni las nuevas formas de legitimación tampoco.220
Entre la cultura japonesa y la muñeca Barbie...
Hace cuatro años en México, Perú o Colombia cualquier niño o niña que tuviera acceso a un televisor podía hablar sobre mitología griega e historias épicas y mencionar a Atenea, Poseidón, Febo, Ellis, como si aprender esos nombres hubiera sido la lección que les había pedido el mitógrafo Robert Graves y considerar, al menos por unos momentos, si existía una princesa de la luna llamada Serena quien junto con sus compañeras de colegio, todas coquetamente vestidas con traje de marinero, salvaban tres veces por semana al mundo del árbol del mal.
Hasta hace un año en Colombia, Perú, México, Brasil, Estados Unidos y otros paises americanos, el fenómeno de masas fue un niño extraterrestre que llegó a la Tierra como único sobreviviente de la explosión de su planeta natal y en su nuevo hábitat desarrollo poderes inconmensurables que lo convertían en uno de los seres más poderosos del universo. Ese niño no se llamaría Supermán sino Gokoú.
Todos los anteriores eventos tienen una relación evidente, son algunas de las series de dibujos animados japoneses -Mangas- más populares en todo el mundo y una de las puntas de lanza de la mundialización. Pero ¿que tienen que ver estas series con los trastornos de la alimentación?. La respuesta es que estos programas tratan de superponer, en la ya variada gama de identidades culturales existentes, una donde la belleza en terminos máximos e ideales -según cierta concepción occidental-, la competitividad y la exaltación de la juventud como plenitud y único periodo válido de la existencia, sean los nuevos paradigmas de los asiduos televidentes de estas series.
Escrito en los anteriores terminos los valores que defienden series como "Supercampeones", "Caballeros del zodíaco", "Dragon Ball" y sobre todo "Sailor Moon" o "Las guerreras mágicas" pueden parecer a priori axiológicamente negativos. Afirmar eso sería carecer de un juicio objetivo y no reconocer que los valores positivos o negativos son variables dependiendo de la cultura que los origine o que los interprete.
Sin embargo, es dificil ignorar que el modelo de mujer que presentan las series dirigidas a público femenino es una idealización de un patrón cultural identificable como de hiperfemineidad debido a factores como la estatura superior a 1.70 metros -en Japón y en Latinoamérica las mujeres son bajitas- , ojos descomunalmente grandes e hiperexpresivos -a nivel psicológico los ojos grandes siempre se leen como pertenecientes a una persona sensible y de gran espiritu y belleza- , cuerpos extremadamente delgados en donde destacan las curvas de los senos y el derriere -como el de la modelo Giselle Bunchen, híbrido perfecto entre la delgadez y los atributos sexuales femeninos- y una imagen general de colegial inocente pero al mismo tiempo sexual que es la fantasía de millones de hombres heterosexuales en el mundo -como Britney Spears en sus primeros videos o la "Lolita" de Nabokov.
Los protagonistas de los mangas, sin importar el sexo, son adolescentes o adultos jóvenes que a sus utópicas características físicas aunan sus cualidades personales, todas ellas atravesadas por un nivel de competitividad propio de la cultura japonesa, en donde se debe ser el o la mejor en lo que se hace o poseer una virtud, un poder, una característica, algo que destaque de entre todos. De lo contrario la sociedad no te ofrece nada bueno, aun peor, no lo mereces.
La punta del iceberg del fenómeno Manga y de su relación con los trastornos alimentarios es la estetización idílica de sus personajes y la imitación que eso puede conllevar en las chicas que desean ser tan atractivas, deseables, competentes y poderosas como las protagonistas de las series. El problema de fondo es que muchos autores manga, a pesar de crear sus productos para un público mundial, no han podido filtrar todo lo que es la cultura de la competitividad en Japón, la deshumanización de la imperfección humana y el deseo irreductible de que todos sean trabajadores-personas "110 % eficientes". Aunque Japón sea una de las economías más prosperas del mundo el precio que se ha pagado por ello es alto. Hoy en día es el país con mayor cantidad de personas anoréxicas en el mundo, con personas que quieren adelgazar hasta morir porque no logran ser lo que todos esperan de ellos.
Sin embargo, sería un acto de fanatismo el considerar que los trastornos alimentarios en España, Argentina, Colombia, México, e incluso en el mismo Japón aumentaron sólo porque los Mangas son populares entre sus pequeños ciudadanos. No hay pruebas que determinen que los infantes y adolescentes de estos países, en un intento por alcanzar el ideal de perfección de algún personaje o de alguna serie, haya caido en la anorexia u otro trastorno alimentario. Lo más probable es que en casos donde el televidente tenga una predisposición a desarrollar un trastorno alimentario, estos dibujos animados le afecten más que a otras personas y en conjunto con otros factores hagan salir a flote el problema emocional de la persona en la forma de un trastorno del comportamiento alimentario.
Pero no solo las muñequitas Manga representan la deshumanización de la figura femenina al idealizarla tan perfecta -bajo los criterios de la hiperfeminización- que es imposible que exista más allá de la historieta o la animación. La clásica figura de mujer que glorifica las medidas corporales más aberrantes es aquella que todas las niñas observan desde su más tierna infancia en su muñeca preferida: la Barbie.
La Barbie legitima que la mujer sea delgada como un espagueti pero con un macarrón adelante que haga de senos y otro atrás que haga de cola; sus metas en la vida son ser una buena enfermera, médica o policía pero siempre dejando tiempo para Ken, su eterno enamorado, quien le da todo lo que ella necesita, o casi, porque el muñeco en sí no tiene organos sexuales -la Barbie no podía ganarlas todas!!!-.Claro que la muñeca supera esos escollos reproductivos sin contratiempos -al igual que los padres que agradecen no tener que explicar la sexualidad humana con la "abeja" Ken y la flor "Barbie"- porque entre sus casi infinitos accesorios están una casa completamente equipada, un séquito multiracial de amigas -más por presión social que por disposición de Mattel, la fábrica que las produce-, y todas la cosas que una "material girl" pueda necesitar... adminículos que no tienen nada de malo pero que implican un estilo de vida que muchas de las niñas no van a lograr en un futuro -sobre todo cuando el diablo les cobre a sus padres el alma que intercambiaron por la muñeca con todos sus accesorios-. Además no debería -y no es, aunque sea el modelo institucional, como la Coca Cola- el único modelo disponible para las mujeres.
La muñeca Barbie ataca el libre albedrío de la mujer y la convierte en un moderno perro de Pavlov al cuál se le condiciona por medios más sutiles y más efectivos. Esa mujer corre el peligro de que en un futuro, aunque no lo admita o no se de cuenta, se sienta culpable por comer mucho, por no ser la 'muñeca' ideal que sus padres esperan que sea, por enamorarse de un hombre que es diferente al sujeto común, por no vivir en una mansión junto con sus otras amigas modelos y, a pesar de todo eso, le comprará a su hija en la primera oportunidad disponible una muñeca Barbie.
A esta meditación agreguemos dos citas, la primera de Nicola Squicciarino, importante sociólogo italiano -referenciando al francés Jean Baudrillard- quien en "El vestido habla" afirma:
"Bajo la liberación que indican los rasgos de la moda el cuerpo carece de encanto desde un punto de vista erótico, se convierte en un maniquí, un término cuya falta de caracterización sexual indica claramente lo que quiere decir. El modelo o la modelo son todo sexo, pero sexo sin cualidades: la moda es su sexo, o mejor dicho, en la moda el sexo se pierde como diferencia, pero se generaliza como referencia, como simulación. De hecho está surgiendo un tercer modelo, el modelo hermafrodita, narcisista y con los rasgos de ambos sexos, que está mucho más cercano al modelo femenino de la complacencia que al modelo masculino de la exigencia."
(Cualquier parecido entre la anterior opinión y los cada vez más androginos y delgados dibujos animados japoneses, modelos de Versace y Calvin Klein NO ES pura coincidencia).
La segunda cita es de Nancy Etcott, autora del libro "Sólo los más bellos sobreviven":
"La idea de que la belleza no es importante, o de que es una elaboración cultural, es el verdadero mito. Tenemos que entender la belleza, o siempre seremos sus esclavos".
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Pedro Mendoza-Chadid, Eduardo Posada-Hurtado © Copyright 2001.© Las Ilustraciones han sido tomadas de varios portales en Internet y revistas. Estas han sido adecuadas por Pedro Mendoza-Chadid. © Última revisión: noviembre de 2001© Última modificación de la página: 15 de noviembre de 2001