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En el cerebro hay neuronas inhibitorias y excitatorias que pueden verse afectadas en caso de trauma craneoencefálico. |
Primero el impacto de su cráneo contra el asfalto a más de cien kilómetros por hora. Después el vago sonido de las sirenas y unas cuantas voces de asombro. De ahí en adelante, un vacio en la memoria, un blanco lechoso, el tiempo perdido que no se puede recuperar.
Han pasado varios meses desde el accidente de tránsito en el que Fernando Valencia perdió la audición de su oido derecho y su memoria a corto plazo. El hombre, quien se ganaba la vida como mensajero, sólo recuerda que la noche del choque se dirigía hacia su casa cuando un automóvil lo embistió, cambiando su vida para siempre. Ahora casi no puede trabajar y muchas veces lo embarga una sensación de angustia y frustración.
El doctor Hernán José Pimienta Jiménez, director del Grupo de Investigación del Centro de Estudios Cerebrales de la Universidad del Valle, asegura que aunque en Colombia no existen estadísticas sólidas sobre las muertes y lesiones por trauma craneoencefálico, la historia de Fernando Valencia se repite con mucha frecuencia y en muchos casos tiene consecuencias fatales que van más allá de la lesión misma.
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La investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad del Valle es una valoración descriptiva para futuros desarrollos. |
Una reciente investigación realizada por el Centro de Estudios Cerebrales describe la manera en la que las neuronas de un ser humano responden ante el trauma y como reaccionan en casos de daño cerebral secundario.
Cuando hay un trauma craneoencefálico se produce una lesión primaria por el daño mecánico. El golpe provoca depresiones en los huesos craneales y lesiones en los tejidos del cerebro. Después vienen los daños secundarios que pueden perdurar más allá del impacto.
El especialista en neurobiología dice que el objetivo del estudio es establecer los mecanismos y escenarios en los cuales se produce la muerte de las neuronas. "Si sabemos qué moléculas están implicadas en la muerte celular podremos evitar el daño secundario".
Teniendo en cuenta que no todas las personas responden a un trauma de la misma manera, la investigación examinó el grado de homogeneidad de las lesiones y la diversidad de las respuestas regionales en las zonas del cerebro. Esas observaciones microscópicas arrojaron que hay zonas donde las células muestran cierto grado de compromiso menor y que en un mismo sector conviven células muy maltratadas junto a otras que podrían ser salvadas.
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Cuando las neuronas sufren daños se afecta su capacidad para establecer conexiones con las demás celulas cerebrales. |
"El problema en el cerebro es que las células están conectadas y si una célula es suceptible de ser salvada pero no encuentra cómo hacer sinapsis con otra se supone que no va a ser funcional y puede morir. Esto plantea un escenario muy complejo y lo que queremos descubrir es cuál es la posibilidad de que las células de las zonas menos comprometidas puedan ser viables", destaca el doctor Pimienta Jiménez.
El grupo de investigación lleva cerca de 4 años realizando valoraciones descriptivas de las muestras de tejido cerebral que son obtenidas de pacientes que han sufrido un trauma craneal y que son sometidos a cirugías.
Según los investigadores, su atención se ha centrado en ver, a nivel microscópico, los indicadores de muerte de los tejidos y las concexiones que se establecen entre las células dañadas y las que aún operan, tras un accidente que compromete el cerebro.
Para efectos descriptivos se han examinado exhaustivamente doce tipos de muestras celulares que se obtienen entre 1 y 10 días después de que un paciente ha sufrido trauma y ha sido llevado a cirugía. En esas muestras se ubican e identifican los diversos sectores e indicadores de lesiones para evaluar los estados de las células.
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El grado de lesion del tejido neuronal es un indicador para medir los efectos del trauma craneal. |
En cada muestra aparecen diversas clases de células que se observan en el microscopio y que se examinan teniendo en cuenta el grado de lesión del tejido como un indicador de lo que puede estar pasando, a mediano y largo plazo, en el cerebro de un paciente que ha sufrido un trauma. También se tiene en cuenta cómo pueden incidir esos daños en la aparición de enfermedades neurodegenerativas.
El doctor Pimienta Jiménez asegura que los resultados de la investigación, que fue financiada por Colciencias y por la Universidad del Valle, tienen como fin nutrir la literatura mundial en el tema de neurología y ser una información útil para que otros investigadores busquen y desarrolen a futuro nuevos mecanismos para evitar la muerte celular.
"Lo que nos interesa es ver qué se puede hacer para evitar el deterioro progresivo de un tejido celular que ya sufrió trauma. Si sabemos cómo se mueren las células y qué moléculas están implicadas en ese proceso, podemos plantear estrategias a futuro que eviten que el daño secundario se propague", explica el director del grupo de investigación.
Por ahora, los miembros del Centro de Estudios Cerebrales continúan con sus observaciones y esperan que los resultados de éstas sean el insumo base y el punto de partida para cientos de investigadores a nivel mundial que buscan mitigar y prevenir los impactos secundarios para quienes padezcan un trauma craneoencefálico.