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Medición de indicadores eléctricos del suelo, en Bugalagrande, en un proyecto de seguimiento a tecnologías implementadas para la recuperación de suelos afectados por erosión. 2009.
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Si usted va al médico, un examen de sangre no sería suficiente para determinar su estado de salud. Si usted toma 20 vasos de leche su cuerpo sólo absorberá lo que necesite y el resto lo desechará. ¿Por qué no pensar que ocurre lo mismo con el suelo? ¿Y si se pudiera medir no sólo la materia, sino la “energía” del suelo?
Este tipo de cuestionamientos, provenientes del campo médico y trasladados a los suelos agrícolas, fueron los que se plantearon los miembros del Grupo de Investigación en Ciencias Ambientales y de la Tierra – ILAMA, de la Universidad del Valle y reconocido por COLCIENCIAS en la categoría B, para desarrollar una tecnología que permitiera medir la reserva energética y el potencial productivo los suelos. Esta tecnología ocupó el primer lugar entre las diez innovaciones más promisorias para el desarrollo productivo del Valle del Cauca, a juicio de INNOVALLE 2011, y ya está empezando a modificar la visión de los empresarios del sector agrícola.
Se trata de un cambio de paradigma: “El suelo es mucho más que una composición química, es un ente vivo de múltiples características energéticas que no se tomaban en cuenta, hasta ahora, para medir su potencial”; así lo explica Orlando Zúñiga Escobar, Director de ILAMA, Geofísico y Ph.D. en Edafología, quien desde este grupo de investigación lleva cerca de 12 años en el desarrollo de tecnologías agroambientales aplicadas a producción limpia, y ahora también al sector productivo.
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Profesor Orlando Zúñiga (derecha) en demostración de la Técnica Electrotérmica en la Universidad de Wisconsin, en 2006. |
Esta tecnología, con patente en marcha, es de carácter analítico y sintético, es decir, entiende a los suelos como un sistema complejo afectado por múltiples variables; la composición química, un indicador clásico de calidad de suelos no es suficiente; “así sólo se está midiendo la materia”, enfatiza Orlando Zúñiga, “pero el suelo tiene también energía”. Esas nuevas variables se relacionan bajo métodos no lineales utilizando redes neuronales sintéticas, que dan como resultado un mapa energético de los suelos, es así como la principal aplicación de esta tecnología es el campo de la agricultura de precisión.
Técnicas geoeléctricas, electrotérmicas, espaciales, microbianas, entre otras, van definiendo un panorama mucho más preciso, que repercute directamente en medidas que garantizan mejor productividad y sobre todo más sostenibilidad ambiental.
No se trata de teoría en papel, ya ha sido aplicada y demostrada en varios proyectos, entre ellos uno del 2008 en el Ingenio RíoPaila-Castilla, con 100 hectáreas, y en la actualidad uno en el Ingenio INCAUCA, con más de 300 hectáreas; en ellos se pudo identificar zonas con mayor reserva energética que otras, y así recomendar con más precisión la aplicación de fertilizantes, según los mapas energéticos; en términos económicos esto representa un ahorro significativo de inversión, y en términos ambientales un restablecimiento de la salud de los suelos, que en el Valle del Cauca empiezan a presentar saturación por agroquímicos.
En la mira del empresariado vallecaucano y extranjero
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Evaluación de la dinámica de la reserva energética del suelo en un cultivo de Algodón, en El Cerrito. 2002.
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Esta tecnología, que incluye el conjunto de técnicas, procesos y aparatos de medición creados y desarrollados en los propios laboratorios de la Universidad del Valle, ya llamó la atención de varios empresarios nacionales y del exterior; ha sido probada en cultivos de banano en Ecuador y se espera implementar pronto en Perú en cultivos de caña de azúcar.
Ramiro Cuero, Ingeniero Agrícola, miembro de ILAMA, y estudiante del Doctorado en Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, que investiga la aplicación de estas técnicas en gestión de suelos afectados por salinidad, explica que no se trata de eliminar los métodos tradicionales de medición de calidad de suelos, sino de complementarlos. “Los métodos clásicos tenían una correlación de índices de calidad y productividad cercanos al 64%, y los nuestros del 84%; estos resultados permiten validar un mejor método de evaluar el potencial productivo del suelo.
Otro factor importante de esta tecnología es el muestreo, que incluye técnicas de medición directas en campo, con poca o ninguna acción destructiva de la muestra, lo que garantiza la precisión de los datos recogidos.
ILAMA continúa investigando en la aplicación de nuevas variables de medición, como es el caso de la porosidad de los suelos; se han identificado macro, meso y microporos que pueden proyectarse en tres dimensiones, y cuya conjunción significaría variabilidad de humedad y otros procesos físicos relacionados con la estructura.