La
idea que tenemos de que somos lo que está escrito en nuestros
genes está cambiando. Investigaciones a nivel mundial muestran
que es posible controlar y modificar la predisposición
genética a ciertas enfermedades y transmitir esta
información a nuestros hijos, que no necesariamente
desarrollarán las enfermedades heredadas genéticamente.
En
el organismo operan mecanismos de control de nuestros genes. Al estudio
de este conjunto de mecanismos de modificación en la
expresión de los genes, que es heredable, pero que no implica
mutaciones en el ADN, se le conoce como "epigenética". Ciencia
que tiene que ver con cambios heredables que son independientes del
código genético y que explica cómo afectan algunos
genes, en momentos concretos de la vida de un individuo, y el por
qué unos genes se expresan en unos tejidos y no en otros.
Todos los mecanismos epigenéticos están afectados por
factores como el entorno, el estilo de vida, los fármacos y el
envejecimiento. Si intervenimos estos factores, podremos mejorar
también los mecanismos que regulan la expresión de los
genes en el organismo de los individuos y por tanto, la
aparición de ciertas enfermedades crónicas no
transmisibles.
Según el docente de la Universidad del Valle, Valle,
Andrés Castillo, Doctor en Epidemiología Molecular de la
Universidad de Kagoshima de Japón, en los últimos
años se ha hecho evidente que las modificaciones
epigenéticas son sensibles al medio ambiente, a la dieta, a la
contaminación ambiental e incluso a estados psicológicos
de estrés mental. Por ejemplo: una mujer durante su periodo de
gestación podría influir en el establecimiento del
control epigenético del desarrollo psicomotor de su hijo a
través de su alimentación.
El control epigenético del neonato se explica mediante el
encendido y el apagado de los genes, una información por encima
del genoma, una instrucción adicional que puede regular la
expresión de la información genética, y por ende,
participar en el desarrollo de las características
fenotípicas -expresiones genéticas en función del
ambiente- del individuo y la supervivencia de la especie.
Los humanos tenemos un código genético pero
también un código epigenético que gobierna la
expresión de los genes. Lo que han descubierto los
investigadores es que el entorno y los hábitos alteran el
funcionamiento de los genes.
Científicos de todo el mundo trabajan en un proyecto de
epigenoma humano que permitirá establecer cuáles
modificaciones epigenéticas son aberrantes y pueden ser
asociadas con enfermedades de origen no genético o ambiental.
Esto complementará los resultados obtenidos en el Proyecto
Genoma Humano de enfermedades de origen genético.
Las enfermedades de origen epigenético serían reversibles
y pueden tener un tratamiento preventivo y terapéutico con un
tratamiento nutricional. Por ejemplo, la disminución de defectos
en la médula espinal al nacer, en bebés cuyas madres han
consumido ácido fólico en el periodo pregestacional. Los
resultados obtenidos en el proyecto epigenoma humano van a tener un
impacto muy importante en las políticas de salud pública
y en las estrategias que se puedan utilizar para disminuir la
incidencia de las enfermedades de origen epigenético y/o
ambiental.
El control epigenético en el desarrollo fetal
El docente Andrés Castillo Giraldo, como integrante del Grupo de
Investigación en Nutrición de la Escuela de Ciencias
Básicas de la Universidad del Valle, y con apoyo de Colciencias
y la Fundación para la Educación y el Desarrollo Social,
trabaja en un proyecto epigenético con 400 mujeres embarazadas.
Hace aproximadamente 30 años se conoce que el ambiente
intrauterino puede influenciar el desarrollo de las enfermedades
crónicas en la etapa adulta. Esto ha llevado a postular la
hipótesis de que durante el periodo de desarrollo fetal se
"programa" el funcionamiento y/o la respuesta de tejidos y
órganos.
Actualmente, los resultados de la investigación con las mujeres
embarazadas están siendo evaluados para su publicación en
revistas científicas internacionales indexadas.